"Hasta el más torpe acaba de psicólogo"
Quintín Velasco pertenece a la Asociación Gremial del Autotaxi, que agrupa al 70% de los taxistas madrileños.
Pregunta. ¿Cómo se sienten?
Respuesta. La noche la llevamos muy duramente, porque a esas horas la gente es muy agresiva con el taxi. Y si no son asesinatos son atracos.
P. ¿Ha sido atacado?
R. Dos veces, en 1999 y 2001.
P. ¿El día que más miedo pasó?
R. La primera vez. Él llevaba un cuchillo y me hizo mucha sangre en el cuello, menos mal que no profundizó.
P. ¿Qué le parece la propuesta de modelo único para cuatro pasajeros detrás y aislados?
R. Fabuloso. El conductor debe ir totalmente aislado del pasajero, blindado.
P. ¿Y quien asumiría el coste?
R. Para nosotros todo lo que pase de 12.023 euros es mucho. Pero con que fueran dos fabricantes les compensaría porque al año, sólo en Madrid, cambian de coche unos 1.000 taxistas.
P. Ustedes siempre se quejan de que ganan poco.
R. El taxi no es un negocio. Es una forma de vivir a fuerza de meter muchas horas en la calle. Pero hay que reconocer que se vive de ello.
P. ¿Siente miedo cuando trabaja de noche, de barrio en barrio?
R. Miedo no, precaución. Cuando voy a un barrio conflictivo y se acerca una persona que no reúne garantías no lo cojo. Aunque hoy día no hay bien vestidos o mal vestidos, buenas o malas pintas, cualquiera te puede dar el susto.
P. ¿El cliente de día y el de noche son diferentes?
R. Totalmente. Incluso la misma persona de noche es más liberal porque está exento de responsabilidades. De día, va pendiente de su trabajo.
P. Se supone que ustedes desarrollan mucha psicología.
R. Son muchísimas cosas las que escuchas, y te preguntan mucho. Hasta el más torpe acaba de psicólogo.
P. ¿Qué objetos son los que más se dejan los clientes?
R. Los paraguas en agosto. A veces me junto hasta con una docena. Son esos días que parecen tormentosos, la gente saca paraguas y luego no llueve. Hoy, el móvil es lo más frecuente.
P. Su reglamento dice que el vehículo debe de estar impecable y que el conductor, vestido decorosamente. Y a veces es como la lotería.
R. No estoy muy de acuerdo. Quizá haya una veintena de coches deteriorados, sucios, pero eso tiene una solución: yo, como cliente, no me subo.
P. Y aún circulan taxis sin aire acondicionado.
R. Es la obsesión de unos pocos que no ven más allá. Yo llevo 30 años en el taxi y 22 con aire.
P. ¿Qué me dice cuando una se tiene que tragar todas las gestas futbolísticas de la radio? Cualquiera dice algo.
R. Eso es una falta de respeto por parte del taxista. Pero es que a veces se va cansado, malhumorado. Son muchas horas en el taxi. Ahora, a mí, si me lo piden, la quito.
P. ¿Quién les vigila a ustedes?
R. La inspección nos controla muchísimo.
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