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Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El petróleo y la belleza

Javier Rodríguez Marcos

Desde que en 1998 reunió en un volumen del Fondo de Cultura Económica su obra poética hasta entonces, Tomás Segovia ha publicado una amplia antología de su trabajo -En los ojos del día (Círculo de Lectores)- y tres nuevos libros de poemas (en Pre-Textos). Además ha tenido un infarto. Algo tendrán que ver el corazón y la lírica cuando sus dos poemarios más recientes se llaman, respectivamente, Salir con vida y Día a día. Este último es un libro que habla del tiempo. En todos los sentidos: en el atmosférico, en el cronológico y en el de la duración. El poema que cierra la serie reza, completo, así: "Si se aquieta y se calla todo en torno / Bajo este lento cielo gris / Húmedamente pensativo / Estoy de nuevo en el umbral del tiempo / Frente a este mundo a punto de poblarse / Pero aún saturado / De la luz de su propio nacimiento / Puesto yo aquí por todos / Como testigo de lo interminable / Y yo también dado ya entero en el comienzo". Se titula 'Día gris en primavera' y bien podría valer como resumen de todo el libro. Efectivamente, en Día a día son recurrentes el paso de las estaciones, la lluvia, el viento, la niebla y, sobre todo, un frío que, asociado a la luz de la mañana, se convierte en símbolo de una limpia mirada inaugural sobre el mundo. (Dicho sea de paso, el hecho de que mundo -un mundo "no bautizado" contemplado por alguien "empapado de mundo hasta los huesos"- sea la palabra que más se repite de poema en poema da una idea de que el poeta tiene los pies en la tierra y deja que la luz no usada del sol de invierno le ilumine, no que le deslumbre).

"¿Es que no tiene ya futuro

mi pasado?", se pregunta Segovia en algún momento. Y es precisamente en el nacimiento del día cuando la aurora de la mañana da pleno sentido al crepúsculo de la vida. El amanecer es, así, un reverdecer. Nacer al día cuando nace el día y salir al "mundo natural indesflorado" se traduce en pasmo y en pura afirmación sin metas, "sin historia y sin uso". Asimismo, ese despojamiento radical desemboca en una levedad de "perro suelto sin amo / O aún más amo suelto amo libre sin perros". Sin perros y -por reunir las múltiples sustracciones dispersas por el libro- sin voz, sin memoria, sin patria, sin edad, sin hogar en el mundo, sin sostén, sin testigos. Los poemas de Día a día parecen construidos en el puro hueso, con un parco puñado de palabras que se mueven en el límite de la expresión sin caer en la fácil retórica de lo inefable: "En esta fría transparencia / Se abre el silencio / Como el limpio despliegue / Del verdadero espacio al fin recuperado // Por fin se oyen las voces / Toda verdad susurra / Todo lo que está vivo es misterioso".

Nacido en Valencia en 1927 y recriado en el exilio en México (donde ha recibido todos los premios importantes, incluido el Juan Rulfo hace unas semanas), Tomás Segovia ha escrito una veintena de libros de poemas, varios de narrativa y traducciones de filosofía (Foucault, Agamben) y poesía (Rilke, Ungaretti, Nerval, Shakespeare). Unos y otros han sido bien difundidos en España. No así su destacadísima labor como ensayista, que cuenta con títulos como Poética y profética, Trilla de asuntos, Sextante o Alegatorio. De ahí la importancia de la aparición de Recobrar el sentido. Aunque se trata de una recopilación de textos diversos, este volumen es un ejemplo perfecto del modo de pensar, riguroso y libérrimo, de Tomás Segovia. La libertad impulsa un pensamiento ajeno a cualquier prejuicio, por muy favorable que éste pudiera parecer (así se trate del exilio republicano, el trabajo, el progreso, las vanguardias o el carácter supuestamente minoritario de la poesía). El rigor mantiene ese impulso hasta agotar todos los argumentos sin cerrar un pensar que despliega más dudas que recetas. Dividido en dos partes, Recobrar el sentido se acerca en la segunda a los exilios de Max Aub, Juan Ramón Jiménez y el propio Segovia, entre otros asuntos. La primera, por su parte, contiene una enjundiosa reflexión sobre el poder y sobre la relación entre rebeldía "obediente" e inobediencia "resistente". A ello hay que sumar una enmienda a la totalidad. A saber, una crítica radical a lo que Tomás Segovia llama el "dogma latente" en toda la historia ideológica de Occidente, es decir, el hecho de que "el deseo (como todo) se supedita al ser y no al valer". Para combatir ese dogma, el poeta hispano-mexicano reivindica el deseo de lo que se tiene frente al deseo de lo que se carece. Y, fiel a un pensamiento cuyo fondo es siempre moral, es decir, político, concluye: "El mundo del valor es lo contrario del mundo del consumo. Cuanto más petróleo consumimos, menos hay. Cuanto más belleza absorbemos, hay más".

Tomás Segovia. Día tras día. Pre-Textos. Valencia, 2005. 68 páginas. 10 euros. Recobrar el sentido. Trotta. Madrid, 2005. 264 páginas. 17 euros.

El poeta y ensayista Tomás Segovia.
El poeta y ensayista Tomás Segovia.MIGUEL GENER

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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