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Un libro relata la vida de un topo comunista en la Falange de Sevilla

Mercedes de Pablos escribe la biografía de Juan Gila Boza

Juan Gila Boza fue un topo comunista infiltrado en la Falange de Sevilla entre 1933 y 1948, año en que fue descubierto y encarcelado. Gila Boza vivió numerosas aventuras en unos años marcados por la II República, la Guerra Civil y la posguerra. El topo salvó muchas vidas antes de caer preso. La periodista Mercedes de Pablos relata la historia de Gila Boza en La hoz y las flechas, que ha publicado Oberon.

El libro, que lleva como subtítulo Un comunista en Falange y cuenta con un prólogo del escritor Jorge M. Reverte, describe el paisaje de una Sevilla marcada por las desigualdades sociales, en la que se mezclaban el hambre con la riqueza extravagante de algunas familias. "La vida de Juan Gila Boza está marcada por el fátum. Nace en un gineceo en el que hay mujeres generosas y militantes. Su vida también está marcada por el azar, ya que Juan era un hombre muy tranquilo, con una enorme sangre fría", relata De Pablos.

La casualidad fue decisiva en su infiltración. Gila Boza había huido a Madrid tras ser perseguido en Llerena (Badajoz) por moverse en favor de la reforma agraria. "Huye con su primo a Madrid. Paseando por Madrid como dos catetos entran en el Teatro de la Comedia, donde se celebra un acto falangista. Y aparece una foto de Juan en el acto falangista en el periódico", comenta De Pablos. Aquel militante del Partido Comunista (PCE) era el topo ideal para infiltrarse en la Falange de Sevilla.

Cuando los rebeldes de Franco y Queipo de Llano se adueñaron de Sevilla, Gila Boza permaneció varios meses en su ciudad. Su papel fue decisivo para evacuar a camaradas comunistas y amigos mediante salvoconductos y gracias a la información privilegiada de que disponía. Al final, las cosas se pusieron difíciles y se vio obligado a huir. Llegó a territorio republicano y aportó su grano de arena en la lucha contra Franco. Tras la derrota republicana, Gila Boza acabó en el campo de concentración de Albatera (Alicante).

Uno de los dirigentes de Falange, Sancho Dávila, dijo que Gila Boza era de los suyos. El protagonista del libro volvió a Sevilla. "Empieza a trabajar otra vez en Renfe. Falange lo forma como sindicalista y empieza a ser un cuadro sindicalista de Renfe", señala la autora. En la Sevilla a la que regresó Gila Boza la dirección del PCE funcionaba mal. Había comunistas y anarquistas que se habían pasado al bando franquista y que actuaban como chivatos.

Gila Boza cayó preso. Fue a parar al penal del Dueso (Cantabria). En 1953 fue indultado. Gila Boza recobró la libertad y marchó con su familia a Francia. En París trabajó como mayordomo de una rica familia que respetó siempre sus ideas políticas. Regresó a España con la democracia.

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Gila Boza contó su vida a De Pablos el año pasado durante "un montón de jueves". La autora destaca la ayuda recibida de Eloísa Baena, del Centro de Estudios de CC OO. "He aprendido de Juan Gila Boza a saber que hay buenos y malos en todas partes y a no guardar rencor personal a nadie", concluye De Pablos.

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