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CUMBRE DEL COMERCIO MUNDIAL

A por un acuerdo de mínimos

El director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal Lamy, se reunió ayer de manera informal con los representantes de EE UU, la UE, Brasil, India y Japón para dar el pistoletazo de salida real a la cumbre ministerial de Hong Kong que se extenderá a lo largo de seis días a partir de hoy. Estos cinco protagonistas formarán junto con Lamy el Grupo de los Seis (G-6) sesionaran de forma permanente para garantizar un acuerdo de mínimos, a anunciar el próximo domingo, que sería completado durante las negociaciones que tendrán lugar durante hasta finales del año 2006.

"El director general nos ha hecho saber que el G-6 debe ser una plataforma común para garantizar el éxito de la reunión de Hong Kong", explicó ayer tras el encuentro Shoichi Nakagawa, el ministro japonés de Agricultura. "Por ello, según Lamy tenemos que mantener reuniones en cualquier momento que parezca necesario durante el desarrollo de la conferencia", añadió.

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La táctica de Lamy, según los expertos consultados, responde a una realidad. Según las estadísticas que compila el Banco Mundial, si se quita el comercio intracomunitario en la UE, 20 países absorbieron en 2004 un 82% de las importaciones mundiales de mercancías y el 86% de las importaciones mundiales de comercio de servicios. Aunque son 149 países los afiliados a la OMC que hacen acto de presencia aquí, los que cuentan a la hora de cerrar un acuerdo no superan la veintena.

Los datos del Banco Mundial, por otra parte, alimentan menos el optimismo hoy que hace tres años sobre las presuntas bondades de la liberalización del comercio internacional. A primeros de 2002, estimó que el efecto de la misma sería en 2015, para los países en desarrollo, de 200.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, el número de pobres experimentaría una reducción de 100 millones de personas. Los estudios más recientes de los economistas del Banco son más cautelosos. La mayor eficiencia de una reasignación de recursos derivada de la liberalización incrementaría los ingresos de los países en desarrollo en 86.000 millones de dólares en 2015 y sacaría de la penuria extrema a 30 millones de pobres.

Una noticia conocida ayer explica, asimismo, la posición de EE UU en estas negociaciones. Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), China superó en 2004 a EE UU como líder exportador mundial de productos de tecnología de la información y comunicaciones. Sus exportaciones ascendieron a 180.000 millones de dólares contra 149.000 millones de EE UU.

¿Qué tiene este dato que ver con Hong Kong? EE UU, que sufre un creciente déficit comercial, quiere dar la vuelta a la situación. Sus tarifas arancelarias medias para productos agrícolas procedentes del exterior eran del 3% en 2001. Sin embargo, los subsidios a sus agricultores son importantes. Por tanto, la Administración Bush propone en Hong Kong una reducción de las tarifas arancelarias de todos y está dispuesto a bajar sus subvenciones. No tiene problemas en hacerlo porque su agricultura tiene ventajas comparativas. A cambio quiere dos cosas: que los países en desarrollo como Brasil e India reduzcan sus aranceles agrícolas y bajen los que aplican a productos industriales y a servicios (compañías de seguros y bancos).

La UE se lleva la palma de las criticasen Hong Kong. Como la agricultura europea carece de ventaja comparativa la UE sólo se guarda alguna concesión si consigue una reducción de barreras arancelarias por parte de los países emergentes, como China, India y Brasil, y en desarrollo como Pakistán para la entrada de sus productos industriales.

Pero, en todo caso, es EE UU quien marca los ritmos. La ronda de Doha debe formalizarse como máximo a primeros de 2007. El pescado debe estar vendido en diciembre de 2006.

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