Duro de pelar
La cosa está clara. Los nacionalistas lo que quieren es salirse de la Historia. Su modo particular de vencer a Franco, a Fernando VII y a Felipe V es bajarse en marcha. No crean que no los entiendo. Yo si pudiera también lo haría. Lo que pasa es que no puedo. Uno pertenece a la Historia como pertenece a su padre y a su madre. Uno no puede cambiar eso, aunque tu padre y tu madre sean Felipe II y la Inquisición. No quiere decir que tengas que aguantarlo todo, ni hablar. Hay cosas que deberíamos no soportar así como así. En Andalucía, por ejemplo, tenemos que seguir viendo todos los años, por Semana Santa, a unos legionarios portando a un Cristo macilento, al redoble de un tambor y con una cabra por delante. Auténtico. Y ese ministro del ejército, lo patriota que nos ha salido. En cuanto se sentó en su despacho abrió un cajón y, como eso sí podía, se puso una medalla. Luego se la quitó, porque a un hijo suyo le dio vergüenza. Ahí lo tienen. Ese hijo no puede cambiar de padre. Puede decirle papá eres un poco tonto, pero no puede cambiarlo. ¿Y Rouco? ¿Qué me dicen de Rouco? A ese te lo tienes que tragar todos los días, te pongas como te pongas. Hay diferencias sin embargo. A Bono lo votaron, al otro no. Al otro lo pone Dios, los legionarios y la cabra. ¿Por dónde iba? Ah sí. Por que todo esto es muy desagradable y que si yo pudiera también me saldría. A pesar de que me gusta el turrón de Jijona más que a Baroja el chocolate. Y el Pórtico de la Gloria, cada vez que lo miro me deja alelado para unos cuantos días. Y la sardana, no se lo van a creer, pero me gusta la sardana. Ya ven que no pongo ejemplos andaluces, de esos facilones. Como que la feria de Sevilla la inventaron un vasco y un catalán, que ahora parece de risa, pero es cierto, lo juro. Así cualquiera entiende lo de la patria. Ya me he perdido otra vez. Bueno, no sé si encaja, pero la frase que tenía preparada es ésta: lo que tengo que hacer no es cambiar de país, sino cambiar España. Ahí queda eso. Duro de pelar, lo sé. Y las cabras, ni te digo. También ellos, los nacionalistas, deberían hacer un esfuerzo un día cualquiera por comprendernos, a nosotros, los que somos simplemente españoles. Y algunos, españoles de izquierda. Incluso los habemos andaluces españoles de izquierda. Eso sí que es duro. Que se metan un ratito en nuestro pellejo, anda. Pero no, dicen ellos que es que su país, pongamos Cataluña, pongamos Euskadi, pudo haber sido otro si hace cinco siglos no sé qué y que si tal y cual. Toma. Y si mi abuela tuviera cojones sería mi abuelo. En fin, no me hagan mucho caso. Es puente y llueve. En cuanto pare un poquito tengo que salir a coger unas granadas que están reventando solas. Y a rebuscar nueces para que no se las coman las ratas y engorden. Desde mi ventana veo al petirrojo de siempre saltar entre las ramas del níspero. A lo mejor si él pudiera también cambiaría de jardín. Debe estar hasta el moño de esquivar las mismas ratas. Y de esperar que las granadas se abran solas para picotearlas. Pero las granadas se abren cuando toca, no cuando ellos quieren. En fin, no sé si me ha salido un homenaje a la Constitución o qué. Lo que tengo más claro es que si mi abuela tuviera... bueno, eso.
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