La peseta de la sospecha
LA IMPERTURBABILIDAD con que algunos profesionales de la política faltan a la verdad y lanzan trolas con todo descaro parece traslucir el íntimo convencimiento de que sus mentiras serán creídas y quedarán impunes. "Los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes -escribió Maquiavelo en El príncipe-, que quien engaña encontrará siempre a quien se deje engañar"; las mendaces declaraciones de los portavoces del PP Eduardo Zaplana y Vicente Martínez Pujalte a propósito del encuentro mantenido el 6 de noviembre en Madrid por el presidente del Gobierno y el presidente de la Comisión Europea parecen confirmar el aserto del secretario florentino.
Aunque ningún partido se halla libre de culpas en esta materia, la deriva del PP hacia el todo vale para desgastar al Gobierno desborda las reglas del juego del sistema democrático. Las mentiras lanzadas desde el poder por el presidente Aznar y el vicepresidente Rajoy durante la anterior legislatura para justificar la invasión de Irak (la existencia de arsenales de armas de destrucción masiva y los contactos con el terrorismo internacional del régimen de Sadam Husein) han servido de aventajada escuela para el alumnado del PP en la oposición. Combinando los embustes maliciosos, las conjeturas paranoicas y las acusaciones gratuitas, Zaplana y Martínez Pujalte mantuvieron en la comisión de investigación del 11-M que el atentado terrorista era obra de una concertación criminal entre ETA, el Reino de Marruecos y una red policial vinculada al PSOE con el único fin de provocar la derrota electoral de los populares.
Pese al desmentido del presidente de la Comisión Europea, el PP mantiene sus acusaciones sobre una comprometedora negociación secreta entre Durão Barroso y el presidente del Gobierno
Ese mismo patrón de falsedad sistemática, visión conspirativa de la historia e imputaciones injuriosas ha sido aplicado por los portavoces del PP a la confección de otra nueva fábula inverosímil y perversa. Se trata del supuesto acuerdo secreto alcanzado sobre los blancos manteles de una cena clandestina en el palacio de la Moncloa por João Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, y Zapatero, que no habría vacilado en sacrificar los intereses generales españoles a cambio de conseguir un objetivo partidista. La aceptación pastueña del recorte de los fondos comunitarios asignados a España durante el periodo 2007-2013 (una reducción inevitable tras la ampliación de la Unión Europea) sería el alto precio pagado por el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE para conseguir que la Comisión de Bruselas se inhibiera en la OPA de Gas Natural sobre Endesa.
Durão Barroso -miembro del PP europeo y anfitrión de Bush, Blair y Aznar en las Azores- desmontó el pasado martes en una entrevista con Iñaki Gabilondo el castillo de naipes de los populares: suele reunirse a solas con los presidentes de los Gobiernos (que le envían a veces aviones para transportarle), la Comisión Europea no interviene en el reparto de fondos comunitarios y la decisión de Bruselas sobre la OPA de Gas Natural fue adoptada por unanimidad. Pero el desmentido del presidente de la Comisión Europea sobre ese disparatado trágala ha valido para poco: cuando el PP y los medios de comunicación a su servicio muerden la pantorrilla de un fantasma, es seguro que no abandonarán su ensabanada presa aunque la realidad les desmienta hasta el aburrimiento. En efecto, los portavoces populares, inasequibles al desaliento, han salido otra vez a la palestra para reiterar sus patrañas.
Mientras Zaplana continuaba deslizando sus bajunas oscuridades, Martínez Pujalte declaraba a la Cadena SER que el presidente de la Comisión Europea había faltado a la verdad ("¿qué otra cosa iba a decir?", comentó con tono cómplice) y formulaba de paso una prueba del nueve capaz de resolver el problema: "Cada peseta que perdamos de fondos estructurales va a ser una peseta de sospecha por una dejación del Gobierno español en su responsabilidad". Dada la inevitabilidad de la rebaja de los fondos comunitarios para España, el PP espera con tranquilidad la condena del reo: sólo le queda la tarea de cuantificar -en función de las cifras finalmente detraídas- la pena del delito de alta traición cometido irremisiblemente por Zapatero.
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