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"¡Buenos días, Herr Merkel!"

Una de las escasas anécdotas que circulan por Berlín sobre el catedrático de química Joachim Sauer, de 56 años, el marido de la canciller alemana, Angela Merkel, refleja de forma palpable detalles sobre el personaje y las situaciones con las que se verá confrontado en el futuro. El presidente del partido liberal (FDP), Guido Westerwelle, se dirigió en una ocasión a Sauer con un "¡Buenos días, Herr [señor, en alemán] Merkel!". Sauer reaccionó haciendo honor a su apellido, que en alemán significa amargo. La reacción de Sauer resulta comprensible.

No resulta agradable para una persona considerada como una figura mundial en su especialidad química que le saluden con el apellido que su esposa conserva de un anterior matrimonio. Sauer tiene una personalidad y una carrera profesional propia y exitosa y no parece dispuesto a representar el papel decorativo de caballero de compañía de la primera jefa de Gobierno de la historia alemana.

Por si no estaba claro, ayer mismo Sauer dio muestra una vez más de su autonomía. En el momento de gloria de la elección de Merkel en el Parlamento Federal (Bundestag) como canciller, Sauer no se encontraba en la tribuna de invitados al lado de los padres y hermanos de su esposa. El catedrático Sauer tenía otras obligaciones en su trabajo y siguió la elección en la televisión, según fuentes de la democracia cristiana (CDU). En más de una ocasión mostró Sauer que es una persona de malas pulgas. Su lenguaje corporal lo delata apenas se le acerca un periodista o un fotógrafo. Cuando una vez al año, en la entrada de los festivales de ópera wagneriana en Bayreuth, Merkel y Sauer desfilan junto a los invitados prominentes, el catedrático oculta a duras penas su expresión de infinito fastidio.

Otra anécdota que se recuerda en Berlín ocurrió cuando en las cercanías del piso donde vive el matrimonio, enfrente de los imponentes monumentos de la llamada Isla de los Museos, se celebraba un concierto de rock. La música molestó tanto al melómano Sauer que llamó a la policía para que constatase que los decibelios rebasaban el nivel permitido en el bando municipal sobre el ruido.

Merkel y Sauer, ambos divorciados, vivieron varios años sin pasar por el registro civil, lo que provocó críticas del cardenal de Colonia, que no concebía que una dirigente democristiana viviera amancebada. Se casaron por lo civil en 1998 de forma casi clandestina. No tienen hijos, pero Sauer tiene dos de su primer matrimonio.

Joachim Sauer.
Joachim Sauer.

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