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Yasmine Ghata describe el arte de los calígrafos turcos en su primera novela

La autora narra la historia de su abuela, que fue profesora en la Universidad de Estambul

Aurora Intxausti

"Mi muerte fue tan dulce como la punta de la caña mojando sus fibras en el tintero, más rápida que la tinta embebida por el papel", dice la calígrafa otomana Rikkat Kunt (1903-1986) para describir su muerte en La noche de los calígrafos (Siruela), de Yasmine Ghata (París, 1975). La belleza de las palabras escritas y el arte que emana de ellas fluye por la historia que narra Ghata en su primera novela. "Había oído hablar vagamente de mi abuela y de que ella había sido profesora de caligrafía en Turquía, pero nunca había visto sus trabajos. Fue en marzo de 2000, visitando la exposición Caligrafías otomanas, colección del Museo Sakip Sbanci, de la Universidad de Estambul, que se presentaba en el Museo del Louvre, cuando descubrí su obra. Fue uno de los momentos más intensos de mi vida y encontré respuesta a muchos de los interrogantes que me habían perseguido a lo largo de mi existencia", apuntó Yasmine Ghata durante la presentación de su obra en España. "La novela me ayudó a relacionar la herencia literaria de mi madre, la poetisa Venus Khoury Gata, con la de mi padre, Jean Ghata, que murió a los 52 años". De su abuela sólo conserva una caja de marfil decorada con follaje dorado.

La escritora habla del valor de la palabra escrita y hablada y dice: "La primera es la liberación, la búsqueda de la mística. La oral es la frustración porque es incapaz de transmitir todo lo que desea". Ghata, que no conoció a su abuela, había oído vagamente historias sobre ella, "sabía que era una mujer famosa en Turquía y que fue la última calígrafa de ese país. Cuando empiezo a escribir el libro me doy cuenta de que sin conocerla es alguien muy cercano a mí, capaz de transmitirme la fuerza que tiene la caligrafía islámica y otomana. En el yo narrativo, en el argumento de La noche de los calígrafos, está la fusión de las dos".

En 1923, Rikkat entra en la escuela de calígrafos de la Universidad de Estambul y durante un tiempo es la encargada de abastecer de papel y cálamos a los "obreros de la escritura" despreciados por el régimen imperante en la República de Ataturk. En una de las escuelas se encuentra con Selim, con quien entabla una profunda amistad. El suicidio de éste sellará un pacto definitivo entre la alumna y el profesor.

La poesía

La caligrafía en sí misma es poética. Por esencia, la caligrafía utiliza el "signo y el símbolo, pero cuando avanzaba en la escritura me daba cuenta de que me había metido en la vida de mi antecesora, que el relato se parecía al arabesco". La noche de los calígrafos, además de ser "una oda al arte de la escritura de los antiguos calígrafos turcos, descubre las dos realidades que vivió mi abuela", cuenta Ghata. "Por un lado, fue una mujer dominada por su esposo, y, por otro, fue profesora de caligrafía, una tarea prestigiosa, que raramente era desempeñada por una mujer. Los que la practican consideran que están guiados por Alá".

Ghata se ha embarcado en una nueva aventura literaria muy diferente. "Con mi primera obra he conseguido liberarme de mi pasado. Ahora voy a escribir una historia totalmente diferente", asevera la escritora.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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