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El líder del laborismo israelí amenaza a Sharon con acelerar la caída del Gobierno

Peretz exige una reunión inmediata con el primer ministro para adelantar los comicios

Israel es un hervidero. A la crisis de larga data que padece el Likud -fruto de la decisión del primer ministro, Ariel Sharon, de evacuar la franja de Gaza- se suma la victoria de Amir Peretz en las primarias del laborismo y su advertencia tajante de ayer de acelerar la caída del Gobierno derechista, que sin la izquierda carece de respaldo en el Parlamento. Y además, con motivo de la conmemoración del décimo aniversario del magnicidio de Isaac Rabin, los pesos pesados de la diplomacia mundial visitan estos días el Estado judío y los territorios ocupados palestinos.

El nuevo líder del Partido Laborista, Amir Peretz -vencedor en los comicios internos, contra todo pronóstico, frente al Nobel de la Paz Simón Peres- no admite dilación. Nada más salir triunfador, el pasado miércoles, pidió al primer ministro una reunión que pretendía se celebrara ayer. Sharon la pospuso al jueves. Pero el también jefe de la principal confederación sindical israelí, Histadrut, no admite maniobras. Pretende adelantar los comicios generales al mes de marzo, ocho meses antes de lo previsto. Y el cruce de descalificaciones, insultos incluidos, se ha desatado.

A la declaración de un funcionario del Gabinete de Sharon, que aseguró que no es posible la cita del jefe del Ejecutivo antes del jueves para abordar la fecha de las elecciones anticipadas, Peretz contestó en una entrevista televisada ayer: "El laborismo debe actuar para derribar al Gobierno si antes del miércoles no se celebra una reunión con el primer ministro". La réplica de la derecha ni se demoró, ni le faltó contundencia. "Puede que en el Partido Laborista hayan decidido volver a ser un pequeño sindicato, podría decir incluso de matones", declaró el legislador del Likud Roni Bar-On. Y rauda llegó la contrarréplica. El también miembro del Gobierno de coalición, el laborista Ofir Pines-Paz, apuntó: "El menosprecio hacia Peretz demuestra una histeria y un pánico considerables".

El Gobierno de Sharon, que se apoyaba en los laboristas dirigidos por Simón Peres, ha perdido el respaldo de su principal aliado. A ello hay que añadir que ocho diputados del Likud han rechazado recientemente votar a favor de dos nuevos ministros propuestos por Sharon, que está más solo que la una. Y por si faltaran ingredientes, otro grupo opositor, el Partido Nacional Religioso, presentará una iniciativa legislativa el miércoles para disolver la Cámara.

Pintan bastos para Sharon. Pero peor aún para los movimientos fundamentalistas palestinos y para las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el brazo armado de Al Fatah, partido del presidente palestino, Mahmud Abbas. No hay tregua alguna desde que el 26 de octubre un terrorista de Yihad matara a seis civiles en Hadera. Militares israelíes asesinaron a tiros ayer en Yenín a un jefe local de las Brigadas de Al Aqsa. Se trata, según fuentes palestinas citadas por Reuters, de Shoja Balaui. En esa misma ciudad de la Cisjordania ocupada fue detenido un líder de Hamás. Y en la franja de Gaza, soldados del Tsahal mataron a un joven de 19 años e hirieron a otro cuando pretendían colocar una bomba en la frontera con Israel, según informó el Ejército. El Gobierno elevó el nivel de alerta con motivo de la conmemoración del asesinato del ex primer ministro y Nobel de la Paz, Isaac Rabin.

Precisamente, asisten a este aniversario las figuras más relevantes de la diplomacia internacional. El ex presidente Bill Clinton y su esposa, Hillary Rodham, asisten a un foro en el que se discute de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos e Israel. Pero anoche también aterrizaron en Tel Aviv la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el alto representante de la Unión Europea, Javier Solana. Rice aseguró: "[La creación de ]un Estado palestino reforzaría la seguridad de Israel". Aunque añadió: "La necesidad de acabar con la infraestructura del terrorismo es una obligación establecida en la Hoja de Ruta".

Rice también agregó que Israel no debería hacer nada que pueda prejuzgar el estatuto final del Estado palestino. Pero la presión que se ejerce sobre los Gobierno israelíes es en la práctica nula. La expansión de los asentamientos en territorio ocupado prosigue sin descanso. Y los dirigentes hebreos subrayan que es irreversible, especialmente en torno a Jerusalén.

El primer ministro israelí, Ariel Sharon (izquierda), y el ex presidente de EE UU Bill Clinton, ayer en Jerusalén.
El primer ministro israelí, Ariel Sharon (izquierda), y el ex presidente de EE UU Bill Clinton, ayer en Jerusalén.AP

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