Una mujer llega al poder en África
Ellen Johnson-Sirleaf ofrece un puesto en el Gobierno de Liberia al ex futbolista Weah, que no reconoce el resultado electoral
Mama Sirleaf, como sus seguidores llaman cariñosamente a Ellen Johnson-Sirleaf, es la presidenta electa de Liberia a falta de la proclamación oficial por la Comisión Electoral, que se espera para hoy. Con el 97% de los votos escrutados, supera a su rival de la segunda vuelta, la ex estrella futbolística George Weah, en 19 puntos.
Éste, que era el favorito tras su victoria por ocho puntos en la primera celebrada el 11 de octubre, ha encajado mal la derrota y ha denunciado un fraude que los observadores internacionales no han confirmado. Weah presentó ayer un recurso de amparo ante el Tribunal Supremo para que se detenga el escrutinio y sus seguidores se manifestaron al grito de "¡no Weah, no paz!", y lanzaron piedras a la policía liberiana. La manifestación pasó después por delante de la embajada de EE UU, donde se reprodujeron los enfrentamientos, esta vez con los cascos azules de la ONU, que les dispersaron con gases lacrimógenos. Un mal síntoma en un país que sale de una cruenta guerra civil de 14 años.
"Todas las mujeres están llamadas a disfrutar de esta victoria", asegura la futura presidenta
"Sabemos que las expectativas van a ser altas y que los liberianos han depositado su confianza en mi capacidad de colmarlas pronto", asegura Johnson-Sirleaf en una entrevista con la agencia Reuters. Esta economista de 67 años, educada en Harvard y a quien también se le conoce con el thatcheriano sobrenombre de La dama de hierro, ofrece una rama de olivo a Weah y a sus seguidores, muchos de los cuales son antiguos señores de la guerra y ex niños guerrilleros: "Vamos a trabajar para que este país también sea el suyo".
Mama Sirleaf bromea con el hecho de que se va a convertir en la primera presidenta de un país africano: "Todas las mujeres están llamadas a disfrutar de esta victoria. Es una puerta abierta para las mujeres de todo el continente y me siento feliz de ser quien va abriendo esas puertas". Será la sexta mujer que ocupe actualmente la más alta magistratura después de Finlandia, Irlanda, Letonia, Nueva Zelanda y Bangladesh.
Johnson-Sirleaf dice que una de sus prioridades será reintegrar en la sociedad a los miles de niños soldados. "Sé que muchos están descontentos porque su candidato no ha ganado, pero así es la competición política. Es como el fútbol, no todo el mundo puede ganar". Para asegurar esa transición promete formar "un Gobierno de todos" que incluya al propio Weah.
Liberia, fundada en 1847 por esclavos libertos de EE UU, arrastra un problema étnico y social desde su origen que ha provocado enfrentamientos, golpes militares, magnicidios y guerras. Los libertos ocuparon la costa y formaron la clase pudiente; las tribus del interior se sintieron desplazadas. Johnson-Sirleaf pertenece a los primeros y Weah a los segundos.
La nueva presidenta, que en su día apoyó a Charles Taylor, cuando era jefe guerrillero, y después se lo retiró, quiere crear una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, al estilo de Suráfrica. En ella debería salir a la luz el reino de terror con el que Taylor gobernó el país y extendió la guerra a la vecina Sierra Leona y más tarde a Costa de Marfil. Taylor, que vive en Nigeria como parte de los acuerdos que le sacaron del poder hace dos años, está reclamado por criminal de guerra por el Tribunal Especial de la ONU en Sierra Leona.
Los 14 años de guerra civil en Liberia dejaron un reguero de cerca de 150.000 muertos y un país roto: sin infraestructuras, agua potable ni luz eléctrica. Quizá por ello, los liberianos optaron por la experiencia de una mujer que fue ministra de Finanzas en los años setenta en el Gobierno de William Tolbert, asesinado durante el golpe de Estado de 1980 que encabezó el sargento Samuel Doe, quien no tardó en meterla en la cárcel y enviarla al exilio después. Mama Sirleaf no perdió el tiempo fuera de Liberia: se graduó en Harvard, trabajó para el Citibank, Banco Mundial y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Weah, de 39 años, millonario tras su paso por el Milan, representaba la imagen del éxito personal, pero sin experiencia política. Sus amistades de última hora y el apoyo de los señores de la guerra asustaron a buena parte de los votantes, que le dieron la espalda.
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