Baleares crea áreas de especial atención
El Parque de S'Albufera es zona de riesgo, pero el Gobierno balear ha extendido también el control a otros humedales
Cientos de miles de aves de los millones que surcan el cielo del Mediterráneo, huyendo de la fría Europa del norte camino de África, reposan unos días o viven semanas o meses en zonas húmedas del archipiélago de las Baleares. Estas migraciones de ida y vuelta son Norte-Sur y viceversa porque salvo algunos casos excepcionales proceden de la Siberia rusa y sus contornos o del ámbito de los Urales, según observa el biólogo Joan Mayol.
Las aves no vienen del este o del oriente lejano. En aquellas zonas no se han dado las masivas y sistemáticas operaciones de anillamiento y control que efectúan los naturalistas en el contexto europeo y su periferia. En Mallorca se capturan avecillas limícolas que han sido anilladas cerca del casquete del Ártico y que viajan hasta el África subsahariana.
Los paisajes se pueblan con bandas de patos cuchara, silbones, cercetas, garzas, bandadas enormes de estorninos que forman arabescos. La población estable en un día de invierno o de migración puede sumar hasta 10.000 ejemplares grandes, en un solo enclave, S'Albufera de Mallorca.
Algunos grandes humedales -situados junto a playas que fueron desiertas- han sobrevivido en Baleares al voraz acoso depredador de los urbanizadores turísticos gracias a las persistentes movilizaciones ecologistas, muchas veces con apoyo internacional. La UE les dio instrucciones y decretos de protección supranacional. En general, estos ámbitos son parques naturales o reservas protegidas. S'Albufera de Mallorca, entre Muro, Sa Pobla y Alcúdia, es la mayor zona húmeda salvada, pero en la isla también están libres de cemento Es Salobrar de Campos, junto a la mítica playa de Es Trenc; en Menorca queda la poderosa S'Albufera de Es Grau mordida por chalets.
Otros grandes espacios son los de Ses Salines de Ibiza y de Formentera, en la primera isla con estanques en explotación para sal marina y en la isla menor, sin actividad pero componiendo un gran paraje natural modificado por una antigua explotación milenaria. Otros núcleos menores pero no menos relevantes están en S'Albufereta en Pollença, Lluricah en el corazón de Menorca, y las lagunas artificiales de aguas depuradas de Son Navata en Felanitx. Muchos nuevos estanques se crean dispersos en los campos de golf y devienen lugares para aves acuáticas.
En las circunstancias de alerta por la gripe aviaria, el Gobierno balear mantiene que además de S'Albufera, decretada bajo el criterio de la UE, los demás parajes húmedos citados son "áreas de especial atención". El consejero de Medio Ambiente, Jaume Font, vecino de S'Albufera, explica que "una ave acuática puede ir en un día y una noche de una a otra zona en cada una de las islas". Un experto ornitólogo, que ha pedido no ser identificado, ha expresado que estas medidas cautelares son excesivas. "No hay un riesgo relevante", dice. "Las cautelas dictadas posiblemente son alarmistas por el eco que tienen. El caso más cercano de ave enferma está a más de 3.000 kilómetros. Es como si se fuera a prever la caída de un asteroide sobre la Tierra, una bajísima probabilidad".
Esta tesis de negación sostiene que una eventual emigración desde tan largas distancias no la efectúan, en todo caso, aves enfermas. Pese a todas las cautelas y declaraciones tranquilizadoras, persiste el temor, pues las islas forman parte de un circuito interconectado en una red más amplia.
S'Albufera de Mallorca está enclavada en un litoral populoso, es la más extensa y de mayor importancia de las Baleares y es parque natural desde 1988. Tiene una extensión de 1.700 hectáreas y recibe unas 100.000 visitas al año. Es una zona de observación de muchas especies de aves (270) que atrae a ornitólogos y naturalistas de toda Europa.
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