El hombre que "inventó" la Alhambra
Un libro describe las intervenciones en el monumento del arquitecto Leopoldo Torres Balbás
El arquitecto Leopoldo Torres Balbás (1888-1960) es el mayor artífice moderno de que la Alhambra y el Generalife sean como son. Por ello, el Patronato de la Alhambra le dedicó recientemente un homenaje en el que se presentó el libro La vida y la obra de Leopoldo Torres Balbás, de Alfonso Muñoz Cosme, en el que se hace un recorrido por la biografía del arquitecto y se analizan las intervenciones más importantes que realizó en el complejo monumental. La obra, publicada por la Consejería de Cultura, está escrita en un estilo ameno y cercano y rescata la vida del arquitecto, comprometido con la libertad y la cultura, y relevado de su cargo de restaurador de la Alhambra en 1936.
Como señala Muñoz Cosme, una circunstancia que debió marcar de forma decisiva a Torres Balbás fue su pasión por los viajes y la lectura. Su pasión por los viajes se tradujo en frecuentes itinerarios por la geografía española. Como afirmaba Sánchez Cantón: "Dudo que ningún español de este siglo conociera mejor que él Castilla y Andalucía". Pero también por la lectura sintió una gran atracción desde joven. En 1918 sufrió importantes quemaduras en las plantas de los pies causadas por un brasero mientras estaba abstraído en un libro, y que le retuvieron más de un mes en casa.
Ya en 1923, cuando era conocido por su labor teórica e investigadora, es nombrado arquitecto conservador de la Alhambra, cargo que desempeñará durante 13 años. En opinión de Muñoz Cosme, "el encuentro entre arquitecto y monumento fue trascendental para ambos y hoy podemos estar seguros de que marcó decisivamente sus destinos. La Alhambra, maltratada y manipulada durante siglos, necesitaba la labor de una persona en la que se reunieran los conocimientos técnicos de un arquitecto, la pasión por la investigación de un arqueólogo y el respeto y el conocimiento de la arquitectura antigua de un historiador". Torres Balbás reunía todos estos requisitos y de este modo el monumento fue "recuperando poco a poco parte de su pasada grandeza".
Entre las intervenciones más significativas del arquitecto destacan la nueva entrada a la Casa Real; la obras de reparación del Mexuar; las múltiples actuaciones sobre el Patio de la Alberca o el de los Arrayanes; las obras de la Sala de la Barca; la exploración y descubrimiento del pasadizo existente bajo el Salón de Embajadores; la reparación de la Torre de Comares, y la recuperación de la zona del Partal y del Patio de los Leones.
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