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Columna
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La verja y los obispos

"Puente de la Inmaculada en Marraquesh", leí el otro día, como oferta turística que una agencia de viajes publicaba en Internet. Y me dije que, en efecto, el anuncio retrataba fielmente nuestra paradójica cultura. Era como decir: "Semana Santa en La Meca" o "Día de Todos los Santos en Teherán". Tales serán, en un futuro próximo, las propuestas de ocio que nos permitirán conocer el emergente islam a cuenta del santoral agonizante.

De todos modos, es posible que este ecuménico cruce de caminos vaya a durar históricamente poco tiempo, ya que la desfiguración del patrimonio cultural cristiano avanza a buen ritmo, casi al mismo ritmo con que se inauguran mezquitas sobre el solar de Carlomagno. Hay que prever un inminente cambio cultural que olvide definitivamente las referencias del calendario cristiano hasta el punto de que nosotros, los viejos alumnos de colegios de curas, acabemos convertidos en piezas de museo arqueológico. La liquidación por derribo de esa vasta herencia cultural cuenta con ejecutores entusiastas, pero también con una inmensa multitud de damnificados y mutilados mentales.

Recientemente trabé relación con un joven lector de mis novelas. Yo había cometido la imprudencia de consignar en una de ellas, a modo de cita inaugural, un versículo de la Biblia, convenientemente referenciado según se ha hecho siempre: nombre del libro abreviado, número de capítulo correspondiente y número de versículo en cuestión. Comprendí con anacrónica desolación que para mi joven lector aquella referencia libresca apenas era un amasijo de letras y de números completamente indescifrable, un código desprovisto de la más remota significación. ¿Qué demonios ponía allí?, me preguntó el muchacho, con la inocencia de un noble bruto, de un buen salvaje, de un adánico habitante del paraíso aquel en que vivíamos antes de pegarle un tiento a la manzana. Renuncié a ninguna aclaración. Es más, pedí disculpas por haber sido tan redicho de permitirme una cita complicada, pero interiormente sentí que entre aquel chico y yo no había sólo la distancia de unos años, sino un verdadero abismo cultural.

Pues sí, "Puente de la Inmaculada en Marraquesh" (¿Qué quiere decir la Inmaculada? O, todavía peor, ¿dónde está Marraquesh?). Seguro que el futuro nos deparará ofertas aún más prometedoras: "Nochebuena en Jartúm". "Pase el día de Reyes bajo la sharia". Hay que reconocer, no obstante, que entre los guardianes de la fe de Cristo tampoco abundan las conductas ejemplares: mucho saber citar versículos de los Evangelios; mucho saberse, en fin, la Biblia en verso, pero habría que recordar cómo las gastan en la Cope, esa emisora que pertenece a los obispos sin que se sepa aún de ninguno a quien se le tuerza el gesto de vergüenza.

Estos días han circulado por las ondas, y también en Internet, dos episodios radiofónicos guionizados por los viles creativos de la cadena episcopal. En ellos se hace chanza y mojiganga de los miles de africanos que ascienden desde la miseria subsahariana hacia la rica Europa y acaban arracimados en torno a la valla melillense. Uno de los cortes desarrolla la gracieta de concebir los saltos a la valla española como un olímpico campeonato, y en el otro una vieja canción del verano adquiere nueva letra: en ella unos negritos dicen cruzar la valla porque al otro lado les espera el chollo de vivir a costa de los servicios sociales españoles, unos servicios que les regala el débil y demagogo Zapatero, un tipo que debería expulsarlos del país a culatazos.

Sorprenden tan evangélicos argumentos en el medio más cristiano que uno puede tropezarse en el dial. De la emisora en cuestión y de algunos de los payasos que actúan en la misma ya se ha dicho todo lo necesario, pero a los obispos habría que recordarles la indecencia de que ciertos empleados se diviertan a costa de los más débiles. ¿Nochebuena en Jartum? Quizás la oferta de viajes que nos espera este año podría ser "Nochebuena en Melilla". Claro que la fórmula concita sugerencias teológicas excesivamente delicadas para esos periodistas que vomitan su bazofia en la cadena del Señor.

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