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Columna
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Calorías

Juan José Millás

Cuando usted, al despertar, tiende la mano hacia el sexo de su cónyuge, provocando un acoplamiento eventual, de martes o jueves, se inflama dentro de sí el carburante que en forma de ensalada o huevo frito ingirió durante la cena. Y cuando una hora después atraviesa corriendo la calle, para no perder el autobús, todo el oxígeno de sus células arde, como el gas de una caldera, al servicio de ese esfuerzo muscular. Pero también cuando permanece sentado, silencioso, en la butaca del salón, levantando una fantasía venérea, una ilusión económica o un teorema, está usted consumiendo una energía de la que previamente se ha cargado a través de la boca. Hasta las imágenes de cinematógrafo que se proyectan en las paredes de su cráneo, mientras duerme, precisan de una llama piloto que siempre está encendida, por si acaso, y que se alimenta de ese yogur o ese bombón que tomó antes de acostarse.

De acuerdo con la información difundida por Médicos sin Fronteras, hay en el mundo 800 millones de personas desnutridas, es decir, sin reservas energéticas para follar, para cruzar la calle, para subir las escaleras, para levantar a sus hijos en brazos, para idear un teorema, para soñar. El grado de agotamiento, en algunos casos, es tal que cuando encuentran algo que meterse en la boca, y al carecer el estómago de recursos para metabolizarlo, el alimento permanece como un bulto insoluble en esos territorios abisales del organismo. Cuando caminan, cuando se levantan, cuando se apartan las moscas de los labios, en vez de quemar grasas, que no tienen, las personas desnutridas queman sus propios músculos. Se queman a sí mismos, que es tanto como quemar la olla para calentar el potaje.

Médicos sin Fronteras califica esta situación de "emergencia silenciosa" porque estos 800 millones de personas no se encuentran en la azotea de un edificio inundado, levantando los brazos hacia los helicópteros, ni permanecen bajo los escombros de un edifico derrumbado. Son 800 millones de fantasmas mudos, casi invisibles, cuya salvación no precisa de actos heroicos. Se concentran, principalmente, en el Sahel, la región de África compuesta por Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán, Etiopía...

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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