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Reportaje:

La última batalla de Karl Rove

Acaba hoy el plazo para procesar a altos cargos de la Casa Blanca por el 'caso Plame'

El suspense sobre la posibilidad de que uno o varios altos cargos del Gobierno de George W. Bush sean procesados por una filtración que dejó al descubierto a una agente de la CIA debería concluir hoy. El Gran Jurado que da la autorización al fiscal especial Patrick Fitzgerald concluye 22 meses de investigaciones, y no se considera probable -aunque no es imposible- una prórroga.

Las últimas horas contemplan una Casa Blanca en estado de máxima ansiedad, un presidente Bush que multiplica sus comparecencias en público para tratar de transmitir el mensaje de que el Gobierno no se distrae por el ruido de los tribunales, un protagonista, Karl Rove, que lucha con uñas y dientes para escapar del procesamiento, y un frenesí de equipos legales: el del fiscal, Patrick Fitzgerald, que ata los últimos cabos, y los de los posibles acusados.

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En esta situación, tan propia de Washington y que parece sacada de las escenas de la serie realista de ficción política The West Wing [El ala Oeste de la Casa Blanca], el hombre que tiene más papeletas para ser el chivo expiatorio del caso -una filtración destinada a minar la credibilidad del marido de la agente, Joseph Wilson, que había atacado al Gobierno en una de las líneas de flotación de los argumentos de la guerra de Irak- es Lewis Libby, jefe del gabinete del vicepresidente, Dick Cheney. Ambos, según fuentes jurídicas citadas por el diario The New York Times, hablaron de Valerie Plame antes de que el caso fuera público: pero no está claro que el fiscal pueda demostrar que Dick Cheney y Lewis Libby supieran el estatus de Plame en la CIA.

Lo que sí parece evidente es que Libby tiene contradicciones -que pueden ser la base de acusaciones de obstrucción a la justicia y falsedad, más fáciles de probar que la acusación de desvelar una identidad secreta de forma consciente-, como se deduce del relato de la periodista Judith Miller, con la que habló en tres ocasiones.

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Pero el pez gordo -si es que el vicepresidente o algún otro alto cargo no resultan tocados- es Karl Rove, la brújula política de George W. Bush desde hace más de 10 años. El hombre que ha llevado repetidamente al presidente al triunfo a través de campañas electorales sin cuartel, el arquitecto de la victoria de 2004, en palabras del presidente, está ahora entregado a su propia y dramática campaña: la de salvar su pellejo como sea. Rove, que ha comparecido cuatro veces ante el Gran Jurado, habló del asunto Plame con Lewis Libby y al menos con dos periodistas -Bob Novak y Matt Cooper- pero asegura que recibió información, no que la dio.

Su equipo legal se ha entrevistado con el ex alto cargo de Justicia Mark Corallo para estudiar el panorama. Además, Fitzgerald se ha visto con el abogado de Karl Rove, Robert Luskin. Todo este movimiento es "un frenético esfuerzo para tratar de convencerle [al fiscal] de que no cometió perjurio en el curso de la investigación", señala el periódico The Washington Post citando fuentes cercanas al asesor de George W. Bush, que aseguran que Karl Rove no tiene ninguna certeza de que estos esfuerzos vayan a dar fruto. Los que mejor le conocen dicen que se crece en las dificultades, pero ahora, el niño prodigio, como George W. Bush le ha denominado en tiempos más favorables, puede estar contra las cuerdas.

Las investigaciones de último minuto del FBI o los contactos entre el equipo del fiscal con el Departamento de Justicia y la CIA, igual que el contenido de otras reuniones, como la que mantuvo el pasado miércoles Patrick Fitzgerald con el Gran Jurado y el encuentro posterior entre el fiscal y el juez, Thomas Hogan han alimentado toda clase de especulaciones en Washington. El consenso es que hoy debería haber procesamientos, y no se excluye ninguna sorpresa.

Según Mike Allen, de la revista Time, no es improbable que el Gran Jurado ya los haya aprobado anteayer y que Patrick Fitzgerald haya dedicado las últimas horas a dialogar con los afectados para negociar con ellos las acusaciones.

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