Baleares intenta recuperar la normalidad tras tres días aislada
Desde la carne refrigerada para sobrasadas que emplean las industrias -que tuvieron que parar por el bloqueo- hasta las toneladas de flores para los cementerios, con vistas al día de los difuntos. El número de productos afectados por la protesta es muy amplio en Baleares, tras tres días aislada de la Península.
Ayer, las navieras ordenaron con urgencia las salidas de los barcos forzosamente amarrados. La semana próxima se espera recuperar el flujo normal en los almacenes y la distribución al por menor. Han estado paralizados 1.500 camiones.
Una patronal de Mallorca, Pimeco, reclamó que se dictara una declaración de zona catastrófica y que se fletaran aviones para trasladar con urgencia alimentos y productos necesarios. Pero entre la ciudadanía no ha cundido el desasosiego por un posible desabastecimiento general en los mercados o ante la falta de combustible para coches y centrales energéticas. Los directivos y autoridades se habían fijado un plazo de hasta 10 días de resistencia hasta hacer saltar la alarma.
Unos 6.000 pasajeros de Baleària, Trasmediterránea e Iscomar se vieron retenidos en puerto o en alta mar o anularon sus salidas en Mahón, Palma, Ibiza, Barcelona, Valencia, y Dènia. Más de 200 pasajeros del Illa de Botafoch ante el puerto de Barcelona, el Fortuny en Mahón, el Carmen del Mar y el Azaña ante Dènia, quedaron retenidos casi dos días.
Anulación de reservas
Las agencias de viajes denuncian anulaciones de reservas, en especial para el puente del 1 de noviembre. Las distribuidoras de coches han retrasado las entregas y se ha frenado el ritmo de algunas obras por falta de baldosas. Los productos básicos no escasearon, pero sí el pescado y las verduras. En los mataderos insulares se ha multiplicado por tres la cuota de sacrificios habituales. También se paralizaron la mensajería ordinaria vía marítima y los recambios y suministros de talleres.
Por otra parte, el gremio de pescaderos de Tarragona defendió ayer al compañero que empuñó un cuchillo ante los pescadores en el mercado de esa ciudad, imagen que apareció en la portada de EL PAÍS en la edición de ayer. El gremio explicó ayer que el pescadero "se sintió intimidado, porque unos cien pescadores le presionaron lanzándole objetos". Otros testigos aseguran que los marineros no actuaron con violencia.
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