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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Kioto cultural

Casi 150 países han aprobado en París un documento que consagra el derecho a la diversidad cultural. Sólo Estados Unidos e Israel votaron en contra y cuatro Gobiernos se abstuvieron. La Unión Europea votó unánimemente a favor, un signo positivo en el contexto de los enconos domésticos que vive la Unión, y muy particularmente por el alineamiento del Reino Unido con sus socios frente a Estados Unidos.

La declaración entrará en vigor cuando la ratifiquen 30 países y sólo tendrá valor de ley en aquellos territorios cuyos Gobiernos la hayan ratificado. Pero a nadie se le escapan los efectos de la tutela del patrimonio y la diversidad cultural en un mundo globalizado. El largo camino que ha iniciado el documento de la Unesco necesitará de precisiones en su aplicación, porque la contagiante expansión del término cultura ( de la "cultura" del cuerpo a la "cultura" del desarrollo sostenible) no justifica amparos a terrenos ajenos a la industria e idiosincrasia cultural. Además, podría inducir a Gobiernos no democráticos a intentar defender bajo este epígrafe prácticas que son atentados a los derechos humanos universales. Sería lamentable, por ejemplo, que alguien pudiera entender que la ablación del clítoris, un caso, pudiera buscar refugio y legitimación en la diversidad cultural.

La cultura es un bien que debe tener protección pública. No sólo por la vía de subvenciones para aquello que merece la pena que exista y no puede sobrevivir sin ellas, sino para levantar y sostener una industria que se alimente de su propia dinámica, libremente. La cultura también es un producto y es en su condición de mercancía donde pueden surgir los problemas con los tratados que defienden, por ejemplo, el libre comercio. El respeto a la libertad de comercio deberá conjugarse con la necesidad en cada Estado de que sus culturas estén presentes en su territorio sin avasallamientos industriales externos (organizados algunas veces desde el chantaje mercantil a otros sectores nacionales sensibles) y, al tiempo, sin negar la dinámica industrial en este sector. Puede y debe hacerse.

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