Fórmula Quinta
¡Por fin respiramos! El que no respire que levante el dedo. O calle para siempre. Respirar es lo que tiene; como dejes de hacerlo un rato, la palmas (de Gran Canaria y Mallorca hasta Torremochuela). Representa un consuelo saber que respiran el Defensor del Pueblo, el presidente del Banco de España, el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Felipe González, Guerra, Ibarra, Chaves, Bono, CCOO, UGT, Rajoy con todo el PP (que no se suele contar, porque se le da por contado) y un largo etcétera de vips, pero también de gente de a pie, variable, según los sondeos, pero no lejana al 70% de la población. Sí, hay que agradecerle a nuestro presidente Zapatero que más que un respiro nos haya dado una fórmula para respirar (feraz como es -y que conste que no he dicho Ferraz-, tenía nada menos que ocho), porque con esa fórmula nos contentará a todos; por lo menos en lo que respecta al Estatut, que es lo que se nos había apegado a la garganta como un pollo de esos de la gripe aviar.
Hombre, ya tenía su mérito, me refiero al de nuestro presidente, el haberse puesto él solito a todos en contra sin que concurriera catástrofe ni imprevisto alguno, y únicamente por su propia voluntad y su propio esfuerzo. Claro que el día que comenzó a ver que le crecían los... bonsáis y se le venía abajo el índice de popularidad se sacó de la chistera la fórmula que, aun permaneciendo secreta, ya nos deja respirar mejor.
Sólo que asegurar que nos contentará a todos es mucho asegurar. Así, en cuanto Zapatero redondeó (con perdón) la frase de la fórmula añadiendo, con esa gracia que tiene, que iba a dejar el Estatut más limpio que una patena, ya se le echaron encima un montón de políticos catalanes, molestos porque les estaba tratando de sucios al suponer que el Estatut también lo estaba puesto que requería una limpieza como la de las patenas. A continuación, se produjeron una serie de cosas más raras. Mientras Ibarra ponía a las patenas por testigos de que Zapatero le juró que el término nación no figuraría en la redacción última del proyecto, Maragall dejaba escapar una sonrisa y el PSE se mostraba más que proclive a incluirlo por lo menos para el Estatuto vasco. Bueno, Estatuto o lo que sea, porque Odón I el Sostenible sostenía, sin que nadie sepa cómo se sostendrá, que hace falta algo que sea más que un Estatuto, pero menos que el plan Ibarretxe. No, no lo dijo en Barrio Sésamo, sino en el congreso o precongreso del PSE, donde también sostuvo -y se lo aceptaron- que los vascos tenían derecho a decidir, extremo éste que constituye precisamente el pilar del plan Ibarretxe hacia el que no quiere llevarnos. Quizá el Sostenible simplemente quiera ser tan alto como la luna para ver las montañas de Cataluña, aunque tal y como las dejaron el tripartito y CiU, o sea, antes de que las pode Zapatero con su fórmula.
Pero es que no sólo tiene el descontento en casa. También se le han empezado a descontentar sus socios de gobierno, que no admiten que al Estatut se le ampute la nación como quien le quita las amígdalas. Y a rebufo de todo eso viene el PNV, que tampoco dejará que le toquen la nación y que ni siquiera se conforma con que le hayan tapado el agujero del Cupo, sino que exige más -cosa que nunca entenderá Zapatero, que los nacionalistas son insaciables-, por ejemplo, inversiones en infraestructuras, para apoyar los Presupuestos del Estado. Todo ello sin contar con que el presidente no podrá contar tampoco -si es que en algún momento lo quiso- con un PP que está viendo en el Estatut el puteal para sacarle de la Moncloa. Pues bien, en medio de esta zapatiesta, resulta tranquilizador que la fórmula de Zapatero pase por definir a Cataluña como una comunidad o una entidad nacional, o como una nación constituida en comunidad autónoma; vaya, que todo se reduzca a una cuestión léxica.
Por eso mismo quisiera ayudar al presidente recordándole la reflexión que Canetti pone en boca de uno de sus personajes: "La patria es la biblioteca". ¿Será Cataluña eso o tendrá que ser la hemeroteca?
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