La valla
¿Qué hay detrás de una valla? La respuesta a este tipo de preguntas es flexible, tan movediza como una frontera o como una realidad. Todo depende del estado de ánimo, de la información, de lo que uno pueda o quiera entender. Hay muchas posibilidades, y ninguna de ellas está falta de sentido. Por eso cada respuesta supone una elección, decidir el peso que los diferentes argumentos tienen en nosotros. ¿Qué hay detrás de una valla? Puede haber un trabajo de vendedor callejero de discos piratas, una cama, comida, agua corriente, un diccionario con palabras como supervivencia, futuro, progreso, dignidad, y todos los conceptos relativos a la existencia humana que una imaginación o un estómago necesiten componer. No es mala respuesta para el que vive en la miseria, viendo en los ojos de los buitres ese brillo de placer que imponen la sequía, la hambruna y el desamparo. Detrás de la valla hay una posibilidad de supervivencia, pero no es esa la respuesta que me viene hoy a los labios. También podemos encontrarnos con la policía y con el ejército, obligados a defender la legalidad vigente. Un hombre o una mujer no son un ciudadano. Las declaraciones de derechos especifican lo que debe exigir un hombre y lo que debe exigir un ciudadano. Nuestro contrato social guarda su azucar y su amargura. Nos convertimos en ciudadanos para alcanzar una realidad abstracta que permita convivir en el derecho más allá de nuestras realidades carnales. Pero cuando la ley se pone nerviosa en defensa de unos determinados privilegios suele caer en la tentación de tratar como animales, olvidando su condición humana, a aquellos que no tienen la suerte de ser ciudadanos. Es la hora de los bárbaros, y no me refiero en este caso al ejército, sino al que llega de fuera y es recibido como una amenaza animal. Una vieja definición del extranjero. Tampoco me interesa ahora el ejército como respuesta.
¿Qué hay detrás de una valla? Gente que decide ayudar, la camiseta de alguna ONG, los ciudadanos que responden con humanidad a la desgracia de un desconocido, y que dan un ejemplo ético, aunque sepan que ellos no son la respuesta. Se comprometen, y repiten que no son la respuesta. ¿Qué hay detrás de una valla? Tal vez políticos que parecen lo que son, o que no son lo que parecen, autoridades que sin escrúpulos exigen medidas contundentes, autoridades que con escrúpulos ceden a la presión de la derecha y devuelven al desierto a quien quiso huir de la muerte. De todo debe haber, hasta gobiernos que le piden a un rey que hable con otro rey para que se acepten devoluciones al otro lado de la valla. Pero tampoco es esa la respueta. ¿Qué hay detrás de la valla? Tú, yo, nosotros cuando nos da por reunirnos, una multitud de espaldas, gente que mira hacia otro lado, que no quiere saber, que necesita vivir al margen de la tragedia, indiferente, sin enterarse de que el nazi extermina al judío, o de que una bomba atómica liquida a una ciudad en unos segundos, o de que una economía implacable juega a ser feliz mientras millones de seres humanos son abandonados al autoritarismo mortal de la pobreza. Detrás de la valla están los que han aprendido a mirar hacia otro lado, porque una valla es solamente la frontera que separa la miseria económica de la miseria moral.
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