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Greenpeace afirma que inyectar agua depurada en el río es una agresión

La organización ecologista Greenpeace se mostró ayer firmemente contraria al proyecto del Ayuntamiento para triplicar el caudal del Manzanares aumentando los vertidos de agua depurada al cauce. "El Manzanares no puede seguir siendo un colector de aguas fecales. Esa propuesta perpetúa la constante agresión que sufre el río", afirmó Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de la organización. El gobierno municipal respondió asegurando que las aguas que se vierten al Manzanares son "limpísimas" y que no hay "ninguna ciudad en el mundo que no vierta el agua depurada a sus ríos".

El caudal del Manzanares, a su paso por la ciudad, sólo lleva una mínima parte de agua de embalse; el resto es agua vertida desde la depuradora de Viveros (agua residual tratada pero no potable). El proyecto de la Concejalía de Medio Ambiente es construir una tubería de 11 kilómetros para bombear agua desde la depuradora de La China y sumarla a la de Viveros, triplicando el caudal del río.

"Ese proyecto es sólo un parche para ocultar los daños al Manzanares que está produciendo la obra de la M-30", protestó Barea. Y agregó: "Verter agua depurada al río atenta contra el medio ambiente y la salud pública, porque el tratamiento al que se le somete en las depuradoras es insuficiente. El Manzanares debería alimentarse sólo con agua de embalse. Puede que el caudal fuera menor, pero sería de mayor calidad".

"Todas las depuradoras del mundo vierten al río o al mar. Valladolid vierte al Pisuerga, Logroño al Ebro. Y ninguna ley, nacional o internacional, prohíbe eso", respondió Pedro Catalinas, subdirector general de Agua y Saneamiento. "¿Qué hacemos si no con los 18.000 litros que depuran, cada segundo, las siete depuradoras de Madrid? ¿Dónde la echamos?", se preguntó. Según Catalinas, aunque todas las zonas verdes de la ciudad se regaran con agua reciclada (ahora sólo se riegan 18 parques) "no consumirían esos 18.000 litros por segundo".

Catalinas señaló, además, que las depuradoras de La China y Viveros aplican al agua un tratamiento "mucho más exigente del que exige la ley", y aseguró que esos vertidos "no suponen ningún problema de salud pública".

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