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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Segundas partes buenas

Como ha pasado con tantos cineastas extranjeros que han continuado su carrera en Estados Unidos (por poner sólo un par de ejemplos pasablemente cercanos, Louis Malle y Peter Weir; pero hay docenas más), se aprecia en el cine desarrollado por este cineasta sueco de narrar reposado y ojo certero un vivo interés por las vidas de provincias y por personajes en los límites de la normalidad. Bien sea porque deben afrontar penosas circunstancias personales (Las normas de la casa de la sidra), bien porque nada de lo que tienen en casa favorece siquiera mínimamente su desarrollo personal (A quién ama Gilbert Grapes), lo cierto es que los seres que suele retratar nuestro hombre no se parecen prácticamente a ningún otro de los que pueblan las ficciones americanas al uso.

UNA VIDA POR DELANTE

Dirección: Lasse Halström. Intérpretes: Robert Redford, Jennifer López, Josh Lucas, Morgan Freeman, Damian Lewis. Género: drama, EE UU, 2005. Duración: 107 minutos.

Estas características vuelven a hacerse presentes en este extraño western contemporáneo que es Una vida por delante. Un rancho, un hombre que ha sufrido una dura pérdida (Redford) y otro, un viejo amigo y servidor, que ha sido agredido brutalmente por un oso (Freeman) ven cómo su dura vida cotidiana sufre un cambio con el regreso de otros dos, una madre (López) y su hija, que huyen de una tortuosa relación de la mujer con un tipo violento (Lewis) que la acosa y agrede sin contemplaciones. Todos tienen algún secreto, y algo en el pasado los relaciona entre sí: de eso, y de cómo han de aprender a vivir juntos, justamente habla el filme.

Como en sus películas anteriores, también en ésta Halström desliza la mirada por estas criaturas sin juzgarlas, poniéndolas frente a imperativos vitales nada fáciles (el perdón, el olvido, la venganza, el dolor) y haciendo que se enfrenten a ellos. Son existencias duras, sometidas a prueba y que el realizador no juzga, sino que se limita a mostrar casi con delicadeza. Y del filme emerge una bella, bien que un tanto manida, lección de vida, la ocasión para rehacer algo que se ha hecho mal antes: como tantas otras películas americanas contemporáneas, de lo que aquí se trata es de la concesión de una segunda oportunidad, pero no a cualquiera, sino a quien verdaderamente la merece. Es mucho más facilona que las buenas películas anteriores de nuestro hombre; pero tiene un adusto aire de sólida película "de toda la vida" y a un Robert Redford a quien los años le han ido cargando la mirada de honda, tierna sabiduría.

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