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Francia y Reino Unido se comprometen a no dividir más a Europa

Los líderes políticos de ambos países soslayan las discrepancias y sellan la reconciliación

El presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro británico, Tony Blair, actual presidente de turno de la Unión Europea (UE), escenificaron ayer en París un amago de reconciliación, después de que las relaciones entre ambos líderes alcanzaran su nivel más bajo a finales de junio, cuando protagonizaron un duro enfrentamiento en torno al fallido proyecto de presupuesto comunitario para el periodo 2007-2013.

Tras una reunión que duró algo más de una hora en el palacio del Elíseo, ambos se mostraron decididos a "no ser una fuerza de división, sino de armonía" en Europa.

Blair y Chirac prepararon ayer la agenda de la cumbre informal que tendrá lugar los días 27 y 28 de octubre en Hampton Court Palace, cerca de Londres, convocada originalmente por el primer ministro británico para debatir sobre el modelo social europeo, pero que se centrará también en los temas más candentes de la actualidad como el del terrorismo, la inmigración o los problemas de competitividad que plantea la globalización en las economías europeas.

Blair dijo ser "muy optimista" sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo, dentro del término de la presidencia británica, sobre el presupuesto de la UE para 2007-2013. En este sentido, el líder británico se reunió ayer también en París con el primer ministro francés, Dominique de Villepin, supuestamente para negociar el tema del presupuesto comunitario. Un encuentro del que no trascendieron detalles.

"Ha podido haber y habrá divergencias de puntos de vista, especialmente sobre problemas técnicos, entre Reino Unido y Francia", dijo Chirac, "pero somos conscientes de las dificultades actuales de Europa y ambicionamos hacer lo posible para que esas dificultades desaparezcan y no aumenten". "Habrá siempre diferencias por parte de unos y otros sobre ciertas cuestiones, pero lo que es importante es que avancemos, que vayamos hacia adelante, por el futuro y el bienestar de los ciudadanos europeos", le respondió Blair de forma casi simétrica.

Tanto Blair como Chirac evitaron mencionar los dos temas que más les enfrentan: la pretensión de Francia de que el Reino Unido renuncie al llamado cheque británico, la rebaja obtenida por Margaret Thatcher en 1984 a su contribución a las arcas europeas, y la exigencia de Londres a que París acepte revisar la Política Agraria Común (PAC) y renuncie a parte de las subvenciones que los agricultores franceses reciben de Bruselas.

Blair insistió en su conocida tesis de que el principal reto al que se enfrenta la UE es "ponerse de acuerdo sobre la manera en la que vamos a abordar el desafío de la globalización" y llegar a un consenso sobre la dirección que debe tomar el proyecto europeo, de modo que "sepa responder a los problemas de los ciudadanos". En su opinión, las dos "palabras claves" para que Europa afronte con garantías su futuro son "competitividad y solidaridad". Chirac anunció un "apoyo completo" a la presidencia británica.

Pero mientras en París todo eran sonrisas y el ambiente cordial, tan distinto al que se vivió a finales de junio, permitía sentirse optimista sobre un relanzamiento del proyecto europeo durante la segunda mitad de la presidencia británica, desde Estrasburgo, los mismos vientos de enfrentamiento parecían desmentir las sonrisas de las escaleras del Elíseo. En el seno del Consejo Europeo, los parlamentarios británicos, mayoritariamente laboristas, lanzaban un duro ataque contra la PAC, a la que acusaban de "beneficiar a los países ricos en perjuicio de los países en vías de desarrollo, los consumidores, la industria y el medio ambiente". La propuesta británica, que pide a los Estados que implementen reformas "que tomen en cuenta todos los intereses y no sólo los del sector agrícola", fue aprobada por una amplia mayoría.

Dominique de Villepin (izquierda) y Tony Blair, ayer en París.
Dominique de Villepin (izquierda) y Tony Blair, ayer en París.

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