América desconocida

En relación con los fenómenos atmosféricos que asolan el mundo me gustaría incidir en un aspecto sobre el que se ha pasado muy de puntillas. La arquitectura ha supuesto históricamente, como hoy en día, al español medio una gran

preocupación en tanto a que la calidad de la vivienda se entiende proporcional a la de la propia vida. La robustez y el diseño exterior acorde con la climatología y rol de cada comunidad han dado forma a nuestros hogares; creo que hasta aquí, estaremos todos de acuerdo.

El maremoto del sureste asiático generó una gran destrucción, como una verdadera demolición y tan sólo los grandes hoteles y alguna que otra edificación se salvaron. Después de aquellas imágenes, que han quedado grabadas en nuestros recuerdos para siempre, ha querido la madre naturaleza materializar su fuerza de nuevo sobre nosotros, aunque esta vez disparando sobre una zona del supuesto primer mundo.

En cuanto vi las primeras imágenes de Biloxi en televisión volvieron a mi cabeza las imágenes del tsunami como si formaran parte de un mismo cataclismo, como si asistiéramos a un segundo round. La total destrucción que ha dejado el Katrina me ha movido a fijarme en los detalles más allá de quien hablaba en el reportaje. Y he visto vigas y columnas, escaleras y suelos, tejados y paredes... ¿todo de madera? Hoteles cambiados de sitio a varios centros de metros... ¿de madera? Así que me he dispuesto a recopilar cierta información, como que en toda la costa de Luisiana se hacina la población en infraviviendas. Pero lo que, tal vez por no querer verlo, más me ha chocado ha sido ver que el huracán no ha llevado la devastación, la pobreza o la necesidad al sureste de EE UU, porque ya estaba allí. Sólo ha apartado los tejados para que lo viéramos.