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LA REFORMA DEL ESTATUTO CATALÁN
Columna
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El coche de James Dean

Josep Ramoneda

La tercera ley (o ley de oro) de la estupidez según Carlo M. Cipolla dice así: "Una persona estúpida es alguien que ocasiona daño a otra persona o a un grupo de gente sin conseguir ventaja para ella misma o aún resultando dañada". Estoy convencido de que los dirigentes de Convergència i Unió (CiU) pueden ser resentidos, que es una cualidad humana casi tan extendida como la estupidez, pero no son estúpidos. Con lo cual no dudé en ningún momento de que, salvo traición de Esquerra al tripartito, CiU acabaría dando su al Estatuto catalán. Sólo los héroes trágicos derriban un templo sabiendo que quedarán atrapados dentro. Los dirigentes de un partido de confortables clases medias no están para este tipo de arrebatos.

La política está contaminada por las pasiones y los sentimientos. Y el factor humano perturba a menudo los análisis porque no hay nada más imprevisible que la economía humana del deseo. A veces el poder de destruir puede gratificar más que el poder de construir. Pero en la política democrática la lógica de la optimización de intereses acostumbra a imponerse. Y fuera el que fuera el sistema de análisis escogido: desde la teoría de juegos hasta la pura intuición política, el resultado siempre era el mismo. A CiU le interesaba forzar al máximo el proceso estatutario para intentar arrastrar a Esquerra y dinamitar el tripartito, pero una vez probada la lealtad de Esquerra al Gobierno del que forma parte, CiU sólo podía poner el freno. De lo contrario, corría el riesgo de estrellarse como el coche de James Dean.

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