Vega cree que recordar las dictaduras ayuda a evitar que se repitan
El escritor dominicano ha estudiado el papel del vasco Jesús Galíndez contra Trujillo
El historiador, economista y diplomático dominicano Bernardo Vega (Santiago de los Caballeros, 1938) ha escrito una veintena de libros sobre la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Sus investigaciones le llevaron a estudiar el personaje de Jesús Galíndez, militante del PNV, representante del Gobierno vasco en el exilio y colaborador de los servicios secretos estadounidenses, que fue secuestrado y asesinado por orden del dictador dominicano en 1956. "Recordar lo que ocurrió con Galíndez, ayuda a evitar que pase otra vez", asegura.
Vega impartió ayer una conferencia en Bilbao, invitado por la Universidad de Deusto y la Fundación Sabino Arana, en la que recordó las relaciones entre Jesús Galíndez y la República Dominicana. "La muerte de Galíndez tuvo una importancia extraordinaria para debilitar la dictadura de Trujillo, que duró 31 años", explicó. "Hasta la muerte de Galíndez, la oposición internacional fue muy débil y prácticamente no tuvo críticas en la prensa internacional, pero el hecho de que un profesor de la Universidad de Columbia fuera secuestrado en Nueva York, trasladado a Santo Domingo y asesinado causó una reacción extraordinaria en la prensa y creó entre los servicios de inteligencia norteamericanos una gran hostilidad en el contra el dictador".
El historiador dominicano cree que los misterios que rodearon la desaparición de Galíndez se han ido aclarando, pero que no se llegará a saber las razones que llevaron a Trujillo a organizar la operación de raptar a Galíndez y acabar con todos los testigos, en lugar de asesinarlo en las calles de Nueva York. "El problema fue que Galíndez publicó un artículo en el que contaba que el hijo mayor de Trujillo había nacido en 1929, cuando el dictador todavía no estaba casado con su madre. Creó una crisis terrible entre padre e hijo, que nunca llegaron a reconciliarse".
Tampoco se sabrá, añade Vega, qué pasó en las últimas horas de la vida de Galíndez en Santo Domingo porque Trujillo mató a la mayoría de los testigos. "Los dominicanos somos conscientes del sacrificio de Galíndez, que sabía el riesgo que corría con sus investigaciones sobre la dictadura", afirma. "Para mí, es un mártir de los dominicanos, porque muere por escribir contra Trujillo no por representar al País Vasco".
Las nuevas generaciones de dominicanos no han conocido la crudeza de la dictadura de Trujillo. Los libros de Vega tratan de mantener vivo el recuerdo de aquella etapa para evitar que se repita. "Puede surgir de nuevo", asegura. Y aún más, cree el historiador, con las sombras de crisis económica motivada por los altos precios del petróleo. "En los años 30, tras el crack de la bolsa de Nueva York surgieron nueve dictaduras en América latina", apunta. "Siempre está buscándose el coronel necesario, un militar que resuelva los problemas con los que no pueden los civiles, como ocurrió cuando Trujillo subió al poder. Recordar lo que pasó con Galíndez, ayuda a que no ocurra otra vez".
El final de la vida de Galíndez ha inspirado una novela de Manuel Vázquez Montalbán, una película de Gerardo Herrero, además de otros libros y documentales que narran la peripecia vital del hombre designado por José Antonio Aguirre para representar al Gobierno vasco y encargado de colaborar con los servicios de inteligencia estadounidenses, que consiguió contactos al más alto nivel en Latinoamérica. "Es una historia tan novelesca que se presta las obras de ficción", asegura Vega. Rechaza, sin embargo, que se simplifique su trayectoria y sea etiquetado como espía o patriota. "Hay que recordar el contexto de aquellos años", repite.
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