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Reportaje:53º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

"Lo único que quiero es esconderme"

Anjelica Huston fue la más firme defensora del trabajo de Juan José Ballesta en '7 vírgenes'

Juan José Ballesta fue recibido ayer en San Sebastián con gritos de "guapo, guapo". El actor, de 17 años, el más joven que ha recibido una Concha de Plata en la historia del festival, aterrizaba en la ciudad por la tarde, horas antes de la gala de clausura. Con una camiseta sin mangas roja y acompañado por su madre, Cristina, Ballesta llegó con sueño y algo aturdido. Se había acostado de madrugada, a las seis de la mañana, después de celebrar el premio con sus "colegas" de Parla, en Madrid, con botellón y subido en su moto Rieju. "Ahora lo único que quiero es esconderme", señaló Ballesta rodeado de cámaras.

"Este chico es una estrella del cine". Anjelica Huston repitió esta frase una y otra vez durante las deliberaciones del jurado que ella presidía. "Anjelica Huston y también Verónica Forqué han sido las más firmes defensoras del trabajo de Ballesta. La discusión fue amable, larga y muy interesante. Pero fue Huston la que más defendió este premio", señaló el escritor chileno Antonio Skármeta, otro miembro del jurado. "A mí me encanta Ballesta", añadió la actriz española Verónica Forqué, también jurado. "Pero la fascinación ya la tuve, como nos ocurrió a todos, con El Bola. Anjelica se ha quedado impresionadísima porque no le había visto nunca. Creo que es un gran actor. Tiene una mirada única".

"No quiero dar clases de interpretación, sólo quiero aprender inglés y sacarme el carné"
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Un premio a la vitalidad y otros galardones
El filme checo 'Stesti' logra la Concha de Oro

Poco antes de la llegada de Ballesta al hotel María Cristina, lo hacía Alberto Rodríguez, director de 7 vírgenes. El realizador aseguró que creía que a partir de ahora el actor dejará de ser El Bola y pasará a ser simplemente Juan José Ballesta. "A mí ya no me molesta que me llamen El Bola. En Parla todos me llaman Bola. 'Bola, ven', 'Bola, baja', cuando me llaman mis colegas desde el portal. Antes me sentaba fatal pero ahora ya me he acostumbrado", explicó el intérprete poco después, ya más tranquilo, en una habitación del hotel.

Ballesta, antes del rodaje de la película que le ha valido el premio en San Sebastián, había anunciado que abandonaba el cine. No quería ni leer el guión de 7 vírgenes. "Estoy harto de que me paren por la calle, aunque siempre agradezco las muestras de cariño. Pero estaba cansado de hacer una película detrás de otra, de ir de promoción en promoción. Hacer miles de entrevistas. Ir a festivales, como el de Toronto. Lejísimos. Estaba muy cansado y quería parar. Pero me insistieron mucho y finalmente leí el guión de 7 vírgenes. Vi que hablaba de un barrio como el mío y que me tocaba muy de cerca. Por eso la hice".

"Yo lo que quiero es seguir viviendo en Parla", añadió. "Cada vez que voy a Madrid me agobio y mis amigos están hartos de que me paren por la calle las mujeres mayores para besarme y hacerme fotos para sus nietas". Ballesta lo dice con su permanente sonrisa, sus ojos brillantes, y sin el menor atisbo de engreimiento. Después de un Goya por El Bola y ahora esta Concha de Plata, el actor asegura que no se cree nadie especial. Al preguntarle que quién le ayuda a mantener los pies en la tierra, responde serio: "Yo soy el que no le da importancia a los premios. Soy actor y me da igual ser importante o no".

Hace un tiempo que dejó el instituto -"me dormía en clase"- y no quiere dar clases de interpretación. "Sólo quiero aprender inglés y sacarme el carné de conducir cuando cumpla 18 años". A la vuelta a Madrid, a Ballesta le espera un cocido en casa de su abuela, ir al cine con su madre -"siempre voy al cine con ella, me encanta, luego me invita a cenar y llegamos a casa escuchando la música que quiero en su coche"- y preparar su próxima película. Dirigida por Santi Amodeo (Astronautas) y titulada Cabeza de perro, el actor interpretará a un chico enfermo, "una especie de epiléptico, que vive con sus padres y que lleva una vida muy tranquila y normalita".

El actor contó ayer que entre sus planes no está el dejar Parla y su casa. Dice que el dinero que gana lo mete su madre todo en una cartilla. "Me fío totalmente de mis padres. A veces tengo caprichos con la ropa, de Dolce Gabana o de Nike. Ellos me dan lo que necesito y me lo dan de su dinero. En mi cartilla está mi dinero para que un día me pueda comprar un coche y una casa".

Ballesta dedicó su Concha de Plata a su padre, a su madre, a su hermana, al equipo de la película y "al Angelillo". Ayer le recordaron que Javier Bardem, uno de los actores que más admira, lloró al recoger en 1994 la Concha de Plata por Días contados. "Yo nunca lloro, mi madre llora fijo, pero yo no", dijo horas antes de la gala.

Vestido con la ropa que le metió su madre en la maleta -"a saber lo que me encuentro"-, el joven actor español coincidió en el escenario del Kursaal con los otros premiados, entre ellos el otro gran protagonista de la noche. El realizador checo Bohdan Sláma, que recogió la Concha de Oro por Stesti (Something like happiness), tuvo que salir ayer por la tarde a una tienda en San Sebastián a comprarse un traje para la gala porque le habían perdido la maleta en su viaje ayer mismo desde Praga. A sus 38 años y con éste su segundo largometraje (su debú fue con Wild bees), Sláma cree que el premio será todo un espaldarazo al nuevo cine checo. "Es una historia humana que nos habla a cualquiera de nosotros", aseguró el director, para quien un festival debe ser "el escaparate de distintas formas de ver y entender el cine y, muy especialmente, el cine de riesgo". Sláma lamentó que la actriz ganadora de la Concha de Plata, Anna Geislerová, no le acompañara ayer, pues se encuentra rodando en Praga. "He hablado con ella y está especialmente emocionada".

El premio especial del jurado para la película argentina Iluminados por el fuego, sobre la guerra de las Malvinas, fue muy aplaudido. Su director, Tristán Bauer, recordó que esta película se ha podido terminar gracias al Premio Cine en Construcción que recibió en este mismo festival hace un año. "Esta es un película que se sumerge en el dolor de los argentinos", señaló el director al recibir el galardón. "Quiero dedicar este premio a aquellos jóvenes soldados que con 18, 19 y 20 años fueron al campo de batalla. Muchos de ellos murieron allí, otros muchos, unos 300, se suicidaron al volver.Quiero recordar hoy también a los que sobrevivieron a las Malvinas y siguen vivos. Dos palabras resumen lo que siento: Gracias y paz".Juan José Ballesta fue recibido ayer en San Sebastián con gritos de "guapo, guapo". El actor, de 17 años, el más joven que ha recibido una Concha de Plata en la historia del festival, aterrizaba en la ciudad por la tarde, horas antes de la gala de clausura. Con una camiseta sin mangas roja y acompañado por su madre, Cristina, Ballesta llegó con sueño y algo aturdido. Se había acostado de madrugada, a las seis de la mañana, después de celebrar el premio con sus "colegas" de Parla, en Madrid, con botellón y subido en su moto Rieju. "Ahora lo único que quiero es esconderme", señaló Ballesta rodeado de cámaras.

"Este chico es una estrella del cine". Anjelica Huston repitió esta frase una y otra vez durante las deliberaciones del jurado que ella presidía. "Anjelica Huston y también Verónica Forqué han sido las más firmes defensoras del trabajo de Ballesta. La discusión fue amable, larga y muy interesante. Pero fue Huston la que más defendió este premio", señaló el escritor chileno Antonio Skármeta, otro miembro del jurado. "A mí me encanta Ballesta", añadió la actriz española Verónica Forqué, también jurado. "Pero la fascinación ya la tuve, como nos ocurrió a todos, con El Bola. Anjelica se ha quedado impresionadísima porque no le había visto nunca. Creo que es un gran actor. Tiene una mirada única".

Poco antes de la llegada de Ballesta al hotel María Cristina, lo hacía Alberto Rodríguez, director de 7 vírgenes. El realizador aseguró que creía que a partir de ahora el actor dejará de ser El Bola y pasará a ser simplemente Juan José Ballesta. "A mí ya no me molesta que me llamen El Bola. En Parla todos me llaman Bola. 'Bola, ven', 'Bola, baja', cuando me llaman mis colegas desde el portal. Antes me sentaba fatal pero ahora ya me he acostumbrado", explicó el intérprete poco después, ya más tranquilo, en una habitación del hotel.

Ballesta, antes del rodaje de la película que le ha valido el premio en San Sebastián, había anunciado que abandonaba el cine. No quería ni leer el guión de 7 vírgenes. "Estoy harto de que me paren por la calle, aunque siempre agradezco las muestras de cariño. Pero estaba cansado de hacer una película detrás de otra, de ir de promoción en promoción. Hacer miles de entrevistas. Ir a festivales, como el de Toronto. Lejísimos. Estaba muy cansado y quería parar. Pero me insistieron mucho y finalmente leí el guión de 7 vírgenes. Vi que hablaba de un barrio como el mío y que me tocaba muy de cerca. Por eso la hice".

"Yo lo que quiero es seguir viviendo en Parla", añadió. "Cada vez que voy a Madrid me agobio y mis amigos están hartos de que me paren por la calle las mujeres mayores para besarme y hacerme fotos para sus nietas". Ballesta lo dice con su permanente sonrisa, sus ojos brillantes, y sin el menor atisbo de engreimiento. Después de un Goya por El Bola y ahora esta Concha de Plata, el actor asegura que no se cree nadie especial. Al preguntarle que quién le ayuda a mantener los pies en la tierra, responde serio: "Yo soy el que no le da importancia a los premios. Soy actor y me da igual ser importante o no".

Hace un tiempo que dejó el instituto -"me dormía en clase"- y no quiere dar clases de interpretación. "Sólo quiero aprender inglés y sacarme el carné de conducir cuando cumpla 18 años". A la vuelta a Madrid, a Ballesta le espera un cocido en casa de su abuela, ir al cine con su madre -"siempre voy al cine con ella, me encanta, luego me invita a cenar y llegamos a casa escuchando la música que quiero en su coche"- y preparar su próxima película. Dirigida por Santi Amodeo (Astronautas) y titulada Cabeza de perro, el actor interpretará a un chico enfermo, "una especie de epiléptico, que vive con sus padres y que lleva una vida muy tranquila y normalita".

El actor contó ayer que entre sus planes no está el dejar Parla y su casa. Dice que el dinero que gana lo mete su madre todo en una cartilla. "Me fío totalmente de mis padres. A veces tengo caprichos con la ropa, de Dolce Gabana o de Nike. Ellos me dan lo que necesito y me lo dan de su dinero. En mi cartilla está mi dinero para que un día me pueda comprar un coche y una casa".

Ballesta dedicó su Concha de Plata a su padre, a su madre, a su hermana, al equipo de la película y "al Angelillo". Ayer le recordaron que Javier Bardem, uno de los actores que más admira, lloró al recoger en 1994 la Concha de Plata por Días contados. "Yo nunca lloro, mi madre llora fijo, pero yo no", dijo horas antes de la gala.

Vestido con la ropa que le metió su madre en la maleta -"a saber lo que me encuentro"-, el joven actor español coincidió en el escenario del Kursaal con los otros premiados, entre ellos el otro gran protagonista de la noche. El realizador checo Bohdan Sláma, que recogió la Concha de Oro por Stesti (Something like happiness), tuvo que salir ayer por la tarde a una tienda en San Sebastián a comprarse un traje para la gala porque le habían perdido la maleta en su viaje ayer mismo desde Praga. A sus 38 años y con éste su segundo largometraje (su debú fue con Wild bees), Sláma cree que el premio será todo un espaldarazo al nuevo cine checo. "Es una historia humana que nos habla a cualquiera de nosotros", aseguró el director, para quien un festival debe ser "el escaparate de distintas formas de ver y entender el cine y, muy especialmente, el cine de riesgo". Sláma lamentó que la actriz ganadora de la Concha de Plata, Anna Geislerová, no le acompañara ayer, pues se encuentra rodando en Praga. "He hablado con ella y está especialmente emocionada".

El premio especial del jurado para la película argentina Iluminados por el fuego, sobre la guerra de las Malvinas, fue muy aplaudido. Su director, Tristán Bauer, recordó que esta película se ha podido terminar gracias al Premio Cine en Construcción que recibió en este mismo festival hace un año. "Esta es un película que se sumerge en el dolor de los argentinos", señaló el director al recibir el galardón. "Quiero dedicar este premio a aquellos jóvenes soldados que con 18, 19 y 20 años fueron al campo de batalla. Muchos de ellos murieron allí, otros muchos, unos 300, se suicidaron al volver.Quiero recordar hoy también a los que sobrevivieron a las Malvinas y siguen vivos. Dos palabras resumen lo que siento: Gracias y paz".

Juan José Ballesta, Concha de Plata por <i>7 vírgenes,</i> ayer en San Sebastián.
Juan José Ballesta, Concha de Plata por 7 vírgenes, ayer en San Sebastián.JESÚS URIARTE

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