Un premio a la vitalidad y otros galardones
Odgrobadogroba (que aquí se llamará De fosa en fosa), película del director esloveno Jan Cvitkovic, programada en la sección oficial, se alzó con los 90.000 euros que premian al mejor director novel de esta 53ª edición del festival donostiarra "por la inteligente combinación de comedia y drama a través de unos personajes que nos sorprenden en una película llena de vitalidad".
El mismo jurado que decidió este galardón otorgó una mención a El taxista ful, del catalán Jo Sol, la propuesta más fresca, radical e imaginativa de todas las que optaban al premio de nuevos realizadores.
Centrada en la vida de un especialista en leer panegíricos en ceremonias fúnebres y en su peculiar familia, De fosa en fosa resulta una mezcla muy heterodoxa, aunque considerablemente lograda, entre peripecia que comienza casi como una farsa surreal y acaba en un auténtico baño de sangre. Contado con un tono que no se aleja casi nunca del estricto realismo, campan por el filme de Cvitkovic no sólo la evidente influencia del cine de otro balcánico, el bosnio Emir Kusturica, sino incluso el tono abiertamente fabuloso y la frescura para el abordaje de los temas más espinosos que hizo la fortuna de la escuela cinematográfica checoslovaca de los años sesenta.
Un año más -ocurrió lo mismo en la edición de 2003-, el premio no recayó en la sección específica que el certamen destina a la exhibición del cine de directores noveles, Zabaltegi, sino en la oficial, un dato que ilustra también una tendencia que se venía esbozando en las últimas ediciones, pero que este año adquirió aquí categoría de certeza: la cada vez menor distancia estética y temática existente entre las propuestas de la oficial y las que se incluyen en la teóricamente más innovadora sección del festival.
Opina la juventud
El resto reseñable de un palmarés muy inflacionado, que entrega docenas de galardones en cada edición, incluye el premio de la juventud, otorgado por un jurado de 300 jóvenes elegidos por la organización, que en una decisión cargada de provincialismo recayó en esta edición en la única película vasca a concurso, ¡Aupa, Etxebeste!, de Asier Altuna y Telmo Esnal, una tan simpática como modesta comedia.
El premio de votación popular, siempre bien considerado por la industria y dotado con 30.000 euros al distribuidor de la película galardonada, recayó en Holy Lola, de Bertrand Tavernier. El premio al mejor guión en obras noveles recayó, incomprensiblemente, en Kang Yi-kwan, director y guionista de la surcoreana Sa-kwa, una estirada, inacabable historia de amor que comienza con pésimas expectativas y termina igual que comenzó.
El premio de la crítica internacional recayó en Tideland, de Terry Gilliam, la única decisión que encontró una cerrada oposición en la ceremonia de lectura del palmarés para prensa y acreditados.
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