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El candidato de Bush para presidir el Supremo supera la prueba del Senado de EE UU

John Roberts recibe 13 votos a favor y 5 en contra en el Comité de Asuntos Judiciales

Marcado por un carácter gentil pero hermético, el candidato de George W. Bush para presidir el Tribunal Supremo de Estados Unidos, John Roberts, recibió ayer la bendición del Comité de Asuntos Judiciales del Senado para que su nombramiento dependa sólo de una segura aprobación en el pleno de esa Cámara la semana próxima, en la que el presidente Bush cuenta con suficientes votos para lograr su objetivo de que Roberts se convierta en el presidente más joven de la historia del Tribunal Supremo.

Finalmente, sólo cinco senadores de los ocho demócratas votaron en contra. Los republicanos se ajustaron a la disciplina de partido a pesar de que algunos temen que Roberts pueda no ser tan conservador como a ellos les gustaría. El resultado final proporcionó 13 votos a favor y 5 en contra. La oposición de cinco demócratas fue testimonial, porque los republicanos tienen 10 de los 18 escaños del comité.

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Roberts había proporcionado un testimonio aséptico a lo largo de varias jornadas de comparecencias. En el espectro político, unos y otros parecían inquietos por no haber podido descifrar la esencia de su ideología. A juzgar por sus escritos judiciales, es un juez de formación conservadora y tendencia moderada, pero declinó pronunciarse sobre debates tan polémicos como el aborto, la pena de muerte, la acción afirmativa o la presencia de simbología religiosa en lugares públicos.

Aun así, los republicanos dieron por buena la propuesta de su presidente y ofrecieron a Roberts un voto de confianza que permite elevar su candidatura al pleno del Senado la próxima semana. Su nombramiento será ratificado por esa mayoría política republicana y Roberts podrá sentarse en el máximo banquillo judicial de Estados Unidos cuando el Supremo inicie el periodo de sesiones una semana después.

Los demócratas que votaron a favor justificaron su decisión en el perfil ecuánime que parece tener el candidato, a pesar de que un error en este nombramiento puede inclinar ideológicamente la balanza del Supremo durante las próximas décadas. Herb Kohl, demócrata, dijo que votó a favor "basado más en la esperanza que en el miedo". Otro compañero de partido que votó a favor, Patrick Leahy, dijo "confiar en su palabra de que llevará al Supremo a servir como órgano de vigilancia sobre posibles abusos del poder presidencial".

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Quienes votaron no, entre ellos el senador Edward Kennedy, basaron su decisión en la tendencia conservadora de algunos escritos judiciales cuando Roberts trabajaba para el Gobierno del presidente Ronald Reagan.

En contra votaron los otros cinco: Dianne Feinstein (la única mujer del Comité), Joseph Biden, Edward Kennedy, Charles Schumer y Dick Durbin. "Sabía tan poco acerca de lo que el juez Roberts pensaba sobre ciertos asuntos tras las audiencias como antes de ellas" y, por lo tanto, "votaré no", dijo la senadora Feinstein poco antes de conocerse la decisión final.

El puesto de O'Connor

Ambos mensajes -los favorables y los contrarios- iban más bien dirigidos al presidente Bush, que debe decidir en los próximos días el nombre del candidato a quien desea proponer para la segunda vacante del Supremo, la que dejó Sandra Day O'Connor, que ha decidido retirarse. Roberts fue inicialmente propuesto para ese asiento, pero fue ascendido después por Bush a candidato a presidente del Supremo cuando el anterior, William Rehnquist, falleció en agosto.

Los 44 demócratas del Senado están divididos sobre el sentido de su voto cuando el pleno se pronuncie sobre la candidatura de Roberts. Un voto mayoritariamente favorable puede inclinar a Bush hacia un perfil también moderado en la elección de su próximo candidato, pero mandaría al mismo tiempo un mensaje de consentimiento que indignaría a una parte de su electorado.

Uno de los senadores demócratas que han anunciado su voto en contra es el ex candidato presidencial John Kerry, que, según algunos analistas, prepara ya una posición política más dura con vistas a una posible nueva candidatura en las elecciones de 2008.

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