Fiesta en la corriente alterna
María Jiménez y Jorge Cadaval intervienen con otros artistas en un concierto en la prisión de Sevilla
"La vida en la cárcel es como la curva de la corriente alterna. Unas veces estas arriba. Otras, en lo más bajo", explicaba ayer Lola Piña, de 34 años, interna en la prisión de Sevilla. Lola es cantante en el taller Aires de Libertad, formado por otra veintena de compañeros y compañeras. Sus palabras se abrían paso entre la música que retumbaba en uno de los patios de la cárcel. Pero ayer a ella no le tocaba cantar, aunque fuese un día de fiesta en el centro penitenciario. Era el momento de los consagrados como María Jiménez, La Madre que los Parió, Las 3.000 y Albahaca, entre otros grupos. Todo dirigido por Jorge Caraval, miembro del dúo de humoristas Los Morancos.
Porque hasta las celdas tienen una patrona, La Merced. Aprovechando esa fecha, el padre Leonardo, conocido cura penitenciario que murió la Semana Santa pasada, decidió en 1991 organizar una fiesta anual en la que todos los presos pudieran romper su rutina penitenciaria por unas horas y reunirse fuera de las celdas.
Más o menos. La distribución por la que los 300 internos estaban sentados en el concierto era parecida a la que siguen el total de 1.670 en el centro. Los preventivos -con los menores, de 18 a 20 años- separados a un lado, tuvieron suerte y les tocó sombra. Los penales, a otro, bajo un sol que ayer castigaba. Y los del ala mixta, de hombres y mujeres, en medio. Abrazados. A sol y sombra.
Cadaval hizo de maestro de ceremonias, y presentó a cada uno de los artistas. El humorista colabora desde el primer año que se organizó esta actividad. Él hizo posible, junto a su hermano César, que ayer estaba en Roma, que la mayoría de estos artistas visitaran la cárcel. "Todo empezó por nuestro padre", recordaba Jorge, "fue él quien nos enseñó a tratar de ayudar a los que menos tenían. Y menos que no tener libertad...", dijo.
"Hay que dar las gracias a la caja de ahorros de El Monte, que ha prestado las sillas y al Distrito Este de Sevilla, que nos ha cedido el escenario,", gritaba desde lo alto del mismo Mercedes, la socióloga de la prisión y una de las responsables del acto. "Sin duda es un día especial que esperan todos", explicaba después la trabajadora del centro, muy ajetreada por el ir y venir de artistas. Algunos, como La Madre que los Parió, vestidos con mallas de colores chillones, pelucas y gafas de sol imposibles. "Es la tercera vez que venimos y siempre es fantástico", explicaba su cantante, Fran CruzCampo.
Pero, de entre todos, la más esperada era ella: María Jiménez. "A ver, tírame el playback", ordenó Jiménez al técnico de sonido. Y la cantante tiró por Joaquín Sabina: 19 días y 500 noches, con un toque de rumba. A sus bailes de cadera respondieron con ovaciones, tanto los preventivos, como los penales, aunque en la grada mixta, alguna tapaba los ojos a su pareja. "Los artistas venimos aquí por ellos, para traerles un poquito de la libertad que no tienen", dijo Jiménez tras su concierto.
"Sentimos que se haya acabado", terminaba, ya al anochecer, el afónico integrante de Los Morancos. "Esperamos que el año que viene sea el de la libertad para todos", se despidió entre aplausos.
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