Déficit sanitario y fraude fiscal

Mientras seguimos esperando las anunciadas medidas contra el fraude fiscal y la reforma del IRPF -el señor Aznar, al llegar al poder, fue mucho más diligente en este tema, me refiero lógicamente, a la reforma en beneficio de sus bases- nos encontramos con una subida en los impuestos de dos artículos que se podrían considerar prescindibles y de lujo pero que gozan de amplia y popular demanda, como son el alcohol y el tabaco.

Como es sabido, los impuestos que gravan el consumo, aunque sea en bien de nuestra salud, afectan a todos los consumidores por igual, siendo regresivos y por tanto socialmente injustos.

Sin embargo, y paradójicamente, en el IRPF las ganancias patrimoniales generadas en más de un año siguen tributando -independientemente de su importe- al tramo único del 15%, con el consiguiente agravio respecto a las rentas del trabajo que llegan al 45%. Gozan de bonificación también las rentas netas de alquileres, en este caso, del 50%. Por otra parte, algunas CC AA han suprimido o piensan suprimir el impuesto de sucesiones y donaciones, por supuesto, sin discriminar importes.

Y ahora resulta que para financiar el déficit sanitario hay que recurrir de nuevo a los impuestos indirectos. Pues bien, si lo que quieren es seguir gravando el consumo, les brindo una idea: impongan una tasa al uso y tenencia del billete de 500 euros, que aunque su demanda no afecte a la salud, no deja de aumentar. Según los últimos datos del Banco de España durante el primer semestre del año el número de billetes puesto en circulación aumentó un 43,6%, hasta alcanzar los 81 millones por un importe de 40.681 millones de euros.

Desde aquí, agradecería al señor Solbes que se pregunte de una vez por qué no cesa la demanda de este billete. De lo contrario seguiré pensando que continúa en este país el beneplácito del fraude fiscal y que aquel eslogan de Hacienda somos todos sigue siendo una gran fábula.