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Uno de cada cuatro estudiantes de la región sufre acoso escolar

Las niñas son las que padecen más secuelas por el maltratoLos autores de las coacciones suelen ser compañeros de clase de la víctima

Mábel Galaz

Uno de cada cuatro estudiantes de la región es víctima de acoso escolar. Este dato es la conclusión general del estudio realizado por los psicólogos Araceli Oñate e Iñaki Piñuel sobre 4.600 niños de 222 aulas de la región y efectuado desde el 15 de mayo hasta el 15 de junio pasado. Este acoso, según los expertos, se da entre escolares de entre 7 y 18 años de edad. Los alumnos más pequeños, los de primaria, son los que padecen un acoso siete veces superior al del resto de sus compañeros.

Según los datos que se desprenden de este informe, la tasa de acoso por sexos es de un 26,8% para los niños y de un 21,1% para las niñas. "Los chicos son los más coaccionados, pero son las chicas las que sufren más daño por el llamado acoso social", señala Piñuel.

En el estudio, el primero realizado entre escolares de la Comunidad de Madrid, se contabiliza tanto el maltrato físico como el psicológico.

El acoso escolar se manifiesta por un comportamiento de persecución y hostigamiento continuado que Oñate y Piñuel dividen en ocho tipos de conductas: comportamiento de desprecio y ridiculización; coacciones; restricción de la comunicación y ninguneo; agresiones físicas; comportamientos de intimidación y amenaza; exclusión y bloqueo social; maltrato y hostigamiento verbal; y robos, extorsiones, chantajes y deterioro de las pertenencias.Los niños acosados suelen recibir motes, patadas, collejas, zarandeos, amenazas y ser objeto de burlas cuando se equivocan. Las conductas más frecuentes contra las niñas suelen ser meterse con ellas para hacerles llorar, hacerles caer mal a otras, prohibir a otros que jueguen con ellas, amenazarlas mediante mensajes y odiarlas sin razón. El porcentaje de chicas que tienen un comportamiento agresivo en las aulas se ha duplicado en los últimos años y alcanza el 6%, según la psicóloga Fuensanta Cerezo, que ayer intervino en unas jornadas organizadas por el Colegio de Psicólogos de Madrid sobre la violencia en la enseñanza.

"Una de las conclusiones del estudio que más nos preocupa es que el 35% de los escolares que son víctimas de estos comportamientos sufren estrés postraumático", señala Piñuel. "Es decir, necesitan tratamiento específico y, si no lo reciben, pueden trasladar estos problemas a la adolescencia", explica. Son las niñas, según el experto, quienes además tienen más ideas de suicidio.

Las niñas sufren acoso tanto por parte de los niños -22%- como de otras niñas -20,6%-. Los niños, sin embargo, son víctimas en un 28,6% de escolares de su mismo sexo y sólo en un 8% por niñas. Los autores del acoso suelen ser compañeros de clase (26,1%) seguido de niños de otras clases (20,8%) y de profesores (4%).

Hacerles llorar

Entre las conductas de acoso más habituales que se practican contra las niñas son: meterse con ella para hacerla llorar, decirles a otros que no estén o que no hablen con ella, hacer que ella les caiga mal a otras, prohibir a otros que jueguen con ella, impedir que ella lo haga, enviar mensajes para amenazarla y odiarla sin razón.

Según explica Piñuel, los varones, sin embargo, reciben otro tipo de castigo, más físico y menos verbal, en el que predomina el patrón de intimidación y abuso físico directo. Entre ellos: llamar por motes, pegar collejas o patadas, reírse o burlarse ante una equivocación, zarandear o empujar para intimidar, esperar a la salida para meterse con él, obligar a hacer cosas peligrosas y pegar con objetos.

Como consecuencia de estas situaciones de acoso que, según el estudio, padece el 24% de los alumnos encuestados, las víctimas sufren secuelas psicológicas tales como estrés psicológico (35%), depresión (36%), baja autoestima (36%), ansiedad (36%), autoimagen negativa (37%), terror (40%), ideación suicida (15%) y somatizaciones (14%), entre otras.

"Es muy infrecuente", dice Piñuel, "que en las primeras fases de acoso, el niño que es víctima solicite ayuda psicológica porque desconoce lo que le ocurre y lo atribuye a otras causas". En el estudio se refleja que entre un 40% y un 58% de las víctimas de acoso escolar no se reconocen como tales. "Por tanto, es muy difícil ponerle solución o adoptar medidas frente a un problema que no se reconoce por la víctima, ni por sus padres o educadores", añade,

Los expertos indican que cuando se identifica el problema, el daño suele estar ya instalado y el niño suele presentar algunas secuelas psicológicas importantes.

Los diagnósticos incorrectos habitualmente realizados sobre los escolares son: fobia escolar que se confunde debido al terror intenso que el niño presenta al ir al colegio, estrés escolar, depresión debida a la indefensión generada por el acoso continuado, trastornos de la personalidad, neurosis, ansiedad, ataques de pánico y baja autoestima.

En el estudio, los expertos analizan también las causas que asegura tener el acosador para realizar coacciones a sus compañeros. Entre ellas están: sentirse provocados (17%), gastar una broma (10,3%), evitar que se lo hagan a ellos (3,3%), pasar el rato (2,8%), porque a mí me lo hacen otros, (2,6%), por molestar (2,5%), porque son diferentes (0,6%) y porque son más débiles (0,7%).

Para un 10% de los agresores la mayoría de los programas televisivos de humor que utilizan el daño, la violencia contra otros o las malas pasadas que se les hacen a otros para hacer reír y ganar audiencia son un modelo a imitar.

"El acoso escolar, también denominado bullying, es una forma de maltrato perjudicial de un estudiante hacia otro, que puede durar semanas, meses, e incluso años, y que puede tomar forma física o verbal", señaló Fuensanta Cerezo, que indicó que los episodios de bullying se dan diariamente en más del 50% de los centros escolares.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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