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Defensa atribuye el siniestro del Cougar a un accidente y abandona la tesis del ataque

Bono asegura que la misión era "de riesgo elevado" ante "la posible amenaza en la zona"

Jorge A. Rodríguez

El siniestro del helicóptero Cougar en Afganistán, en el que el 16 de agosto murieron 17 militares españoles, se debió a un accidente del que aún se ignoran las causas, según el segundo informe preliminar de los investigadores. El ministro de Defensa, José Bono, hizo públicas ayer las conclusiones de los investigadores, que descartan la hipótesis de un ataque, una línea de investigación que, dijo, se abandona. Fuentes de Defensa se inclinan por que el accidente del aparato pudo deberse a un fallo humano. El aparato que le seguía, según Bono, se estrelló tras una "agresiva maniobra de evasión" ante el temor de que ambos fueran objeto de un ataque, ya que el tipo de vuelo era "de riesgo elevado".

Bono leyó ante la prensa las conclusiones del informe y, aunque se ofreció a responder preguntas, no dio tiempo a que se las formulasen. El ministro relató primero las conclusiones sobre el siniestro del helicóptero ET-657, en el que iban los 17 fallecidos, y luego las del ET-659, el que le seguía y tomó violentamente tierra, sin que hubiera víctimas mortales.

El ministro aseguró que el informe preliminar de la Comisión de Investigación Técnica de Accidentes Aéreos Militares revela que los dos aparatos efectuaban un vuelo "de riesgo elevado, por la gran velocidad, la baja altura de vuelo y la necesidad de adaptarse al terreno para evitar la posible amenaza existente en la zona". A ello se sumaba la orografía del territorio, "con grandes altitudes y fuertes vientos".

El informe confirma que, segundos antes del accidente, ambos helicópteros se pusieron en contacto, sin que ninguno de los pilotos comentara problemas. Los investigadores escriben que los restos hallados en el punto donde se produjo el primer impacto del ET-657 corresponden "al tren delantero, lo que implica que la actitud de la aeronave en el momento del impacto era próxima a la posición horizontal, con una ligera inclinación hacia la izquierda".

Estos restos y las huellas en el terreno "permiten afirmar con gran fiabilidad que tras este primer impacto la aeronave no se encontraba en condiciones de vuelo controlado". Había perdido palas de rotor y de la estructura inferior de cola y los pedales del piloto que permiten la estabilización. El aparato "continuó impactando con las palas y otras partes, dejando continuos restos hasta el punto final en el que se encontraban los motores, cabeza del rotor principal y, más separado, el puro del helicóptero".

El informe añade: "De las declaraciones de testigos y personal del pueblo cercano, de las declaraciones de los tripulantes aéreos del ET-659, de los certificados de las autopsias practicadas y del estudio realizado de los restos del helicóptero por el Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, prácticamente se descarta la hipótesis del posible derribo por ataque externo o por impacto o explosión de munición procedente del armamento a bordo del helicóptero". Bono agregó: "Desde ahora se abandona la línea de investigación del ataque".

Eliminado el derribo por ataque y el choque en vuelo de ambos aparatos, "en este momento de la investigación se puede afirmar que el siniestro fue a consecuencia de un accidente cuyas causas están en proceso de investigación". La causa objetiva se pospone para el informe final de la investigación, que Bono espera que esté concluso "en los primeros días de octubre".

No obstante, fuentes de Defensa indicaron que, a tenor de lo investigado y de la experiencia previa en siniestros aéreos, todo apunta a que el accidente se debió "a un fallo humano", propiciado por el hecho de que el aparato iba a gran velocidad y a "apenas cinco metros del suelo".

El segundo aparato se cayó, con menores consecuencias, por "una pérdida de control de la aeronave". El descontrol se debió a la ejecución de una "agresiva maniobra de evasión al sentir la tripulación que podía ser derribada". El sentimiento de amenaza se produjo al ver el piloto el humo del ET-657, recién estrellado.

Las condiciones de vuelo (baja altura y alta velocidad), la orografía y, sobre todo, el "fuerte viento reinante en cola", hicieron que tras la maniobra el Cougar sufriese "falta de sustentación", con pérdida de "vueltas de rotor". La tripulación hizo un aterrizaje de emergencia, pero el aparato "impactó con la cola y palas del rotor principal" en una vaguada ascendente. Conclusión: también fue un accidente.

Informe a la oposición

El ministro de Defensa, José Bono, aseguró que, tras recibir a las 14.35 de ayer el segundo informe preliminar de la investigación, se puso en contacto con los portavoces de Defensa del resto de partidos del arco parlamentario, en aras de "la máxima transparencia". Al único al que no pudo darle cuenta del informe antes de difundirlo a la prensa fue al popular Fernando López Amor, que estaba "ocupado".

Bono subrayó que los dos helicópteros Cougar y sus tripulaciones se encontraban en perfecto estado de revista. Los aparatos tenían sus certificados en regla y habían pasado las revisiones marcadas por el fabricante y los tripulantes, y cumplían "con la capacitación exigida para volar en este escenario y habían pasado el reconocimiento médico anual".

El ministro explicó que el informe no incluye datos sobre las comunicaciones ni entre los pilotos de los dos aparatos ni entre éstos y la torre, ya que "no hay registrador de comunicaciones".

Es decir, los Cougar, como prácticamente todos los helicópteros, carecen de caja negra. No obstante, fuentes de Defensa explicaron que se está buscando cómo introducir estos elementos de control e investigación en los helicópteros, aunque legalmente no sea necesario.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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