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Reportaje:

A la búsqueda del primer fuego

El arqueólogo Josep Fernández y su equipo inician otra intervención para confirmar el uso de hogueras en la Cova de Bolomor

Como en Atapuerca (Burgos) el descubrimiento de la Cova del Bolomor, en Tavernes de la Valldigna, fue fruto del azar. Si en Atapuerca fue la voladura de la montaña para la instalación de las vías del ferrocarril la que dejó al descubierto uno de los yacimientos paleontológicos más importantes de Europa, en el caso de Bolomor la apertura de una cantera, en los años 30, sacó a la luz una ventana para rastrear la vida y costumbres de nuestros antepasados. En Bolomor, los restos hallados hasta el momento se remontan a más de 300.000 años de antigüedad. También en ambos casos las intervenciones no comenzaron hasta finales de los años 80 y principios de los 90.

El arqueólogo Josep Fernández dirige desde 1989 los trabajos de intervención en la Cueva del Bolomor, financiados por el Servicio de Investigación Prehistórica (SIP) del Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia. Ayer se inició una nueva fase de actuación en el yacimiento, en la que participarán 30 personas, entre arqueólogos y estudiantes de Historia la Universitat.

La cavidad se divide en 17 niveles, y en excavaciones anteriores se consiguieron recuperar unas 50.000 piezas líticas, la mayoría utensilios y herramientas, y cerca de 300.000 huesos de fauna tan variada como elefantes o rinocerontes (hoy desaparecidos en la zona), caballos, toros o ciervos. Entre los hallazgos figuran seis restos humanos, cinco dientes molares, cuatro de ellos infantiles. Pero los descubrimientos más relevantes, que pueden cambiar la percepción y los conocimientos que hasta ahora se tenían sobre la Prehistoria, han sido las huellas de varias hogueras, uno de los primeros testimonios del uso del fuego en Europa, con una antigüedad de entre 250.000 y 300.000 años. Fernández y su equipo han recuperado, hasta el momento, restos de nueve hogueras en diferentes niveles de la cueva. "Este año abriremos en extensión para ver si hay más a lo largo del yacimiento", explica el arqueólogo.

Los primeros restos de fuego hallados en 2001 en el interior de la cavidad se dataron en 150.000 años. Pero el pasado año se descubrieron nuevas huellas de dos hogueras, en el nivel XIII, y con una antigüedad mucho mayor, de 250.000 años. Los restos presentaban dos focos centrales de unos 60 centímetros de diámetro y distantes entre sí un metro, en una extensión aproximada de cuatro metros cuadrados. En la nueva intervención, que se inició ayer y finalizará el 16 de octubre, se actuará en el nivel VI.

Hasta el descubrimiento de la Cova del Bolomor el yacimiento más antiguo que se conocía en la zona era la Cova Negra, en Xàtiva. El yacimiento de Tavernes ha supuesto la apertura de nuevas líneas de investigación sobre la evolución y uso del fuego, pero también sobre la ocupación y la estructura social de los homínidos que ocuparon la Península Ibérica. Fernández asegura que todavía son muchos los materiales a analizar, y aunque las investigaciones están abiertas, "hemos podido registrar en Bolomor un tiempo de ocupación singular, no permanente, pero sí bastante largo". La buena conservación de los restos permite conocer también aspectos como la madera usada, los elementos quemados y hasta la temperatura de las hogueras, estimada en 600 grados.

Las excavaciones que se realizarán este año pretenden confirmar la reiteración y dominio del uso tecnológico del fuego desde hace 250.000 años por parte de los homínidos anteriores al hombre del Neandertal. Y ayudará a conocer mejor los modos de vida y de relacionarse de las comunidades del Paleolítico Inferior.

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