"Los empresarios de la moda gallega no queremos subvenciones, sino soluciones"
"Los empresarios de la moda gallega no queremos subvenciones, sino soluciones"
En su taller del Parque Tecnológico de Ourense, Roberto Verino, de 60 años, se muestra orgulloso de emprender proyectos que identifican a Galicia con la calidad.
Pregunta. Usted es uno de los pioneros de la moda, y de la modernidad, en su tierra. Pero no sé como se atrevió a poner en marcha su aventura precisamente en Ourense, una de las zonas más deprimidas de la Galicia interior.
Respuesta. Es que soy un enamorado de mi tierra y siempre he luchado por hacer en ella lo que quisiera que hiciesen muchos más, porque Galicia siempre ha tenido un gran potencial que se ha ido perdiendo en la emigración. Luego..., yo siempre he sido un poco romántico, y un poco loco. Me considero un emprendedor más que un empresario, porque siempre he buscado los elementos diferenciadores que Galicia aporta y no la rentabilidad inmediata.
"La búsqueda de la excelencia es algo que llevo como bandera de mi tierra"
"He buscado el contrapunto a la Galicia llorosa pero que no lucha para salir de los problemas"
"Lo que tiene que hacer el Gobierno es incentivar a la gente para que genere riqueza"
P. Pero... lanzarse a hacer moda desde Ourense... ¡A quién se le ocurre! Me imagino que en aquellos primeros tiempos, en su Verín natal, la gente pensaría que estaba algo tolo [chalado], ¿no?
R. Algo de eso sí que hubo en aquellos primeros tiempos, en los que mucha gente no entendía nada de lo que yo quería hacer y pensaban que estaba un poco mal de la cabeza, que me iba a estrellar. La verdad es que fue un esfuerzo tremendo, porque hacer una empresa de moda con una trayectoria como la mía, en un entorno rural, donde no había ninguna tradición industrial, y menos de moda... Siempre he sido un optimista de los que creen en la utopía. Soy de los que creen que Galicia tiene todavía muchas posibilidades que aún están por salir a la luz.
P. Eso le pasa a usted y a algunos como usted que no les gusta mirar a la Galicia que es mejor no mirar, porque no es precisamente hermosa ¿no?
R. No, no es eso. Los que hemos apostado por nuestra tierra, con hechos, no ignoramos que hay otra Galicia, atrasada. Precisamente por eso hemos querido aportar ilusión, entusiasmo, generación de valores. Y, sobre todo, algo que siempre me ha parecido muy importante: valorar el orgullo de ser de aquí... He intentado que ese orgullo de ser gallegos fuese el contrapunto a esa Galicia llorosa que se queja de sus problemas pero que nunca luchaba por salir de ellos. La búsqueda de la excelencia es algo que llevo como bandera de mi tierra.
P. Me temo que se haya instalado en el discurso de las élites, señor Verino. Usted sabe que la excelencia en Galicia no es un reto, es una utopía...
R. Pues yo le aseguro que la búsqueda de la excelencia es la única forma que tenemos los gallegos de salir hacia delante, de hacer cosas que desde la motivación personal y colectiva acaben con las dificultades que parece que son endémicas en nuestra tierra. Hoy tenemos una situación de privilegio en el sector de la moda en España, y eso a pesar de toda la complejidad que muchos colegas están detectando ante la competencia asiática. Nosotros lo vemos como un potencial de expansión en un mercado de muchos millones de clientes a los que vamos a ofrecer precisamente lo que ellos no tienen: calidad, excelencia.
P. Eso es lo que usted trata de vender en su nueva aventura, la crianza de vinos de la zona de Verín... Está claro que lo suyo es la erótica del riesgo, ¿no?
R. Pues... es verdad que a mí me va mucho eso que usted define muy bien como la erótica del riesgo. Y no solo porque disfruto con ese tipo de actitud vital sino sobre todo porque con ese impulso puedes demostrar a la gente de esta tierra que si ellos quieren también pueden, y eso es decisivo para el futuro de Galicia.
P. Pero atreverse a defender la excelencia del vino de Galicia, del que sólo se conoce el albariño, es saltar sin red. No sé si habrá muchos empresarios que le sigan en esta nueva aventura.
R. Le aseguro que está resultando muy gratificante, sobre todo porque me permite desarrollar plenamente mi apuesta por la excelencia. Estamos cultivando un vino con muchos años, con larga tradición en la zona, solo que ese cultivo se abandonó, incomprensiblemente. Hoy, el vino que hacemos en Verín no solo está en condiciones de competir con los mejores sino que está señalando un camino a las generaciones jóvenes para redescubrir el campo y todas sus posibilidades de futuro. Me siento muy orgulloso de haber tomado esta iniciativa. No es saltar sin red sino luchar contra la resignación y la falta de horizontes en los que Galicia ha vivido tantos años.
P. Me pregunto si después de esos "tantos años" en los que su tierra ha estado gobernada por la derecha es usted de los que esperan algo, o nada, del cambio político que iniciamos ahora.
R. Es verdad que la política puede cambiar muy poco las reglas de juego y la situación de economías como la nuestra, pero también es cierto que la esperanza que ha generado en nuestra sociedad la nueva clase política es tremenda. Es verdad que el sector de la moda ha sido bien tratado por el anterior Gobierno, del PP. Pero creo que lo que necesitamos y esperamos del cambio político que vive Galicia no es tanto apoyos económicos como afrontar problemas estructurales que sólo la Administración puede resolver. El sector de la moda en Galicia está estrangulado por falta de personal cualificado, de mandos intermedios que nos permitan poner en marcha las colecciones. Eso no se arregla con subvenciones sino con un cambio de mentalidad en las políticas de creación de nuevos empleos. Los empresarios de la moda gallega no queremos subvenciones sino soluciones.
P. Todo esto está muy bien pero admita que el nuevo Gobierno tiene otras urgencias, otras prioridades. Por ejemplo en el campo, en acudir a evitar la ruptura cada vez más grande entre su Galicia de la excelencia y la Galicia real..., ¿no le parece?
R. Es que... ¡precisamente desde mi experiencia reciente como viticultor es desde donde he percibido la necesidad perentoria de evitar la polarización entre la Galicia rica y la Galicia pobre! Y el nuevo Gobierno no puede hacerse la falsa ilusión de que puede sacar adelante la Galicia rural, la Galicia interior, sin crear fórmulas adecuadas que eviten lo que está pasando: que se nos vayan estudiantes, que no haya profesores, que no haya gente cualificada para cultivar el vino... Si el Gobierno no es capaz de dignificar el trabajo en el campo lo que pasará es que seguirán ardiendo nuestros bosques y empezarán a arder, también, nuestras viñas. Y no quedará nada por arder como no sean nuestras propias casas.
P. No se me ocurre que pueda haber Gobierno, del signo que sea, que logre que la gente vuelva a trabajar en el campo. No pida usted imposibles, señor Verino.
R. Estoy demostrando que se puede conseguir que la gente de Galicia vuelva a trabajar al campo. Mi apuesta por la viticultura no es solo una apuesta de riesgo sino por la dignificación del trabajo del campo. De las nueve personas que están trabajando en mi proyecto de bodega, seis son tituladas superiores.
P. ¿Pretende que sea al Gobierno el que convenza a la gente de que regrese de donde salió despavorida? Y no me hable de excelencia, que estamos hablando de supervivencia.
R. Vamos a ver: hace siete años que empecé con el proyecto de la bodega. Era la cuarta que había en el valle de Monterrey. Hoy hay 14 bodegas. Creo que mi ejemplo ha sido útil y que marca un camino, aunque estamos a años luz de lo que se puede hacer. Y le aseguro que en dos años mi vino se va a vender en las ciudades más importantes del mundo. Y sin subvenciones, ¿eh? Lo que tiene que hacer el Gobierno es incentivar a la gente para que genere riqueza. La gente de Galicia, como yo, es gente a la que se le ha marginado de una tarea colectiva durante mucho tiempo. Pero también es, como yo, gente bien dispuesta para hacer esfuerzos, para comprometerse en proyectos que ofrezcan realidades de futuro, no utopías. El Gobierno tiene que escuchar y luego tomar decisiones. El Gobierno del cambio tiene que hacer lo que le convenga al país.
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