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Fallece Jacques Lacarrière, escritor enamorado de Grecia

El escritor francés Jacques Lacarrière, autor de libros de viajes, traductor de clásicos griegos, especialmente de Herodoto, y que plasmó su amor por Grecia en éxitos editoriales como L'eté grec o el indispensable Dictionnaire amoureux de la Grece -Diccionario del amante de Grecia, publicado en castellano en 2002 por Paidós-, falleció el sábado pasado a los 79 años. Nacido en 1925 en Limoges (centro de Francia) y casado en segundas nupcias con la actriz de origen egipcio Sylvia Lipa, Lacarrière falleció víctima de complicaciones después de una operación de rodilla, según informó ayer su editorial. Lacarrière deseaba ser incinerado y que sus cenizas fueran dispersadas en Grecia.

El literato, que publicó unas cuarenta obras en su larga carrera, era un hombre de letras con múltiples actividades: narrador, conferenciante, traductor, novelista y viajero. Sus viajes a Grecia forman una parte importante de su obra, marcada por su asombro admirativo, una gran riqueza cultural y mucha serenidad, en opinión de los críticos.

"Mi primer viaje a Grecia tuvo lugar en 1947, el último en el otoño de 1966. Mi última imagen: una isla del Mar Egeo, sin árboles, con una sola aldea y un paisaje desnudo en el que miseria y belleza se alían como dos vertientes de una misma colina". Así arranca L'été grec" (1975). En esa obra, objeto de reiteradas tiradas y que le valió un enorme éxito, Lacarrière lo aborda todo: la literatura, la música, la danza, la religión, la mitología, la historia y la geografía.

Gran caminante, Lacarrière plasmaría en Chemin faisant, diario de "un errante feliz", un viaje de mil kilómetros fuera de los caminos trillados por varias regiones de Francia. En Chemins d'écriture, el escritor presentó el itinerario autobiográfico y literario de algunos de sus viajes y de los libros que alumbraron y que jalonaron su vida, viajes por Francia y Grecia, pero también por los desiertos de Egipto (Marie d'Egypte), por Turquía (La poussiére du monde) o Túnez (Sourates).

Relación con Durrell

En Les hommes ivres de Dieu (Los hombres ebrios de Dios), trazó un retrato fascinante de los anacoretas de los primeros años del Cristianismo, gentes que vivían en cuevas como animales, se laceraban o buscaban en los placeres de la carne una vía extática. El mundo de la religión en sus aspectos más exaltados, misteriosos o secretos le interesó especialmente. Escribió una interesante obra sobre los gnósticos (Les gnostiques, Albin Michel) que le prologó Lawrence Durrell y que agradaba mucho a Marguerite Yourcenar.

De todos los personajes de la cultura griega, el mitológico Ícaro era su preferido y al desgraciado híjo de Dédalo precipitado en el mar le consagró L'envol d'Icare, en 1933.

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