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España aspira a la reforma de la ONU

Los Reyes y Zapatero quieren expresar su apoyo a Annan en la 60ª Asamblea General

El Gobierno español aborda la cumbre del 60º aniversario de la ONU con el optimismo de que, aunque no se reforme aún el Consejo de Seguridad, los más de cien líderes reunidos en Nueva York alcancen un consenso sobre otros seis puntos concretos que marquen "un cambio histórico" para la organización paradigma del multileralismo. Esto explica la presencia excepcional en el evento del rey Juan Carlos y del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que también quieren apoyar al secretario general, Kofi Annan, en estos momentos difíciles.

Los Reyes acuden a la sede de Naciones Unidas porque el secretario cuestionado por el escándalo del desvío de los fondos petroleros de Sadam Husein cambiados por alimentos les ha invitado personalmente dos veces, la última cuando estuvo en Madrid para el primer aniversario del 11-M, según señalan fuentes próximas a la Zarzuela. Fuentes gubernamentales han insistido, por su parte, en que, para el Gobierno, Annan sigue siendo uno de los mejores secretarios generales de la historia de la ONU.

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Más allá de la citada coyuntura que ensombrece el aniversario, la importancia de la delegación española, que incluye también al ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y a la secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín, se explica suficientemente por las expectativas creadas sobre el relanzamiento del primer organismo internacional, que salió maltrecho de la crisis de Irak, y por el compromiso de revisar en este encuentro los objetivos mundiales adoptados hace un lustro en la Cumbre del Milenio.

En ese sentido, los analistas de la Moncloa comparten el escepticismo general sobre la posibilidad de que se cierre ahora un acuerdo sobre la nueva composición del Consejo de Seguridad, tema estrella de una reforma que se ha visto complicada por la llegada tardía, y cargada de propuestas, de John Bolton, nuevo embajador de Estados Unidos ante la ONU.

Bloqueado cualquier posible replanteamiento del derecho de veto, debido precisamente a la oposición de los cinco grandes, el Gobierno de Zapatero ha centrado su trabajo en apoyar, junto a países como México o Italia, el aumento exclusivo de los puestos rotatorios del consejo, frente al Grupo de los Cuatro -Alemania, India, Japón y Brasil- que piden incorporarse con puestos permanentes.

Tras el rechazo de esta posición por el grupo africano, y la consolidación de la división insalvable de la comunidad internacional en torno a este asunto, lo máximo que se puede lograr en Nueva York, según fuentes españolas, será un compromiso de sustanciar el consenso durante la Asamblea General que se inaugurará el próximo día 17.

Pero el Ejecutivo ha mantenido siempre que la reforma de la ONU abarca muchos más campos que el Consejo de Seguridad. España persigue otros objetivos adicionales a través del Grupo de Amigos para la Reforma, promovido por México, que concita un consenso bastante amplio entre 15 países, incluido Japón, pese a las diferencias sobre la composición del consejo. Fuentes gubernamentales han señalado seis campos en los que un acuerdo de última hora es posible, pese a las dificultades. Son los siguientes:

- Ayuda al desarrollo. Se trata de fijar a contracorriente de muchas resistencias, entre otros de EE UU, un calendario preciso para llegar al 0,7% del PIB en ayudas, fijado en la Cumbre de Monterrey hace tres años.

- Terrorismo. El consenso sobre terrorismo sigue pendiente de alcanzar una definición de la amenaza. El problema es complicado. España, quizá el país más interesado en que se logre el acuerdo, acepta, en principio, que hay terrorismo cuando se pretende "convertir deliberadamente en objetivos a civiles", pero rechaza, obviamente, la excepción, que plantean palestinos y ex colonias, relativa a "los que luchen por su independencia o por el derecho a la autodeterminación".

- Desarme y no proliferación. El acuerdo sobre desarme y no proliferación se debate entre la insistencia en este segundo punto por parte de los Estados ya nuclearizados y la exigencia de un desarme global que avanzan los países emergentes.

- Derechos humanos. Regímenes del Tercer Mundo objetan la propuesta de crear un Consejo de Derechos Humanos que remplace a la actual comisión para el tema, con objeto de evitar, precisamente, que países como Libia o Guinea Ecuatorial puedan seguir jugando en ella papeles relevantes.

- 'Limpieza étnica' y genocidio. Muchos países emergentes desconfían, además, de que la iniciativa de sancionar la obligación de los gobiernos de defender a los ciudadanos frente a actos de limpieza étnica o genocidio no sirva de pretexto para intervenciones exteriores.

- Consolidación de la paz. Por motivos similares, hay un cierto rechazo al intento de crear una Comisión de Consolidación de la Paz, que institucionalice en el seno de la ONU la gestión y consecuencias de unas intervenciones internacionales que se han hecho ya habituales.

El acuerdo esperado será, según los negociadores españoles, de última hora, como siempre que se busca un consenso amplio, y probablemente de mínimos, algo descafeinado. Dada la lentitud con la que evoluciona la ONU, las fuentes consultadas lo considerarían, sin embargo, "histórico", incluso si afectara únicamente a la mitad de los puntos reseñados.

El eventual acuerdo sería anunciado en la inauguración del encuentro, como un consenso político que habrá de ser desarrollado a través de resoluciones, cuando la carta lo requiere.

El Rey expresará la posición española, como jefe de la delegación en el pleno. El presidente del Gobierno intervendrá, en cambio, en el debate específico sobre financiación del desarrollo. Zapatero dedicará, además, parte de la jornada del jueves a promover la Alianza de Civilizaciones que lanzó ante la Asamblea General hace un año. Con ese objeto, se reunirá con su homólogo turco, Recep Tayyib Erdogán, que apadrina la iniciativa y con Kofi Annan, que la ha asumido como propia.

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