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Reportaje:CATÁSTROFE EN EE UU | Un pueblo barrido del mapa

Pass Christian, un pueblo barrido del mapa

El huracán arrasó una población orgullosa de su patrimonio arquitectónico de estilo colonial

El huracán Katrina no sólo les ha arrancado sus vidas y sus hogares a los habitantes de la costa del Golfo de Misisipi sino también su historia. En un país tan joven como Estados Unidos, ver desaparecer un resquicio del pasado como el que albergaba el pueblo de Pass Christian es un drama para el que no existe solución posible.

"Mi casa fue construida en 1872 frente a la playa y mira donde estoy: cien metros más atrás buscando los restos. He encontrado una puerta y un candelabro de plata. Me los llevo a California para empezar una nueva vida. Estuve aquí durante 23 años, pero ya nada será igual. Mi seguro me compensará, pero estas casas no pueden reconstruirse y sin ellas este lugar ha perdido un trozo de su alma". Bethany Villere, una promotora inmobiliaria de pelo rubio platino, de raza blanca y sin problemas económicos, estaba el jueves tan sucia y abatida de rebuscar entre el caos material y sentimental de escombros propios y ajenos como los habitantes de raza negra del interior de Pass Christian. En este pueblo de 7.000 habitantes más de dos tercios de las casas han sido engullidos por la mortal combinación entre el Katrina y el mar, y los muertos "podrían ser varios cientos", especulan los vecinos.

"Eran las casas más bonitas de la costa y daban un toque especial a la ciudad"

Bethany era la propietaria de una de las decenas de joyas arquitectónicas de estilo colonial que fueron construidas frente a la playa como segunda residencia para los latifundistas de Nueva Orleans cuando, hace casi dos siglos, ambos puertos instauraron comunicación marítima y donde también veraneaba la clase alta de Chicago tras la llegada del ferrocarril.

Al igual que Escarlata O'Hara, la protagonista de Lo que el viento se llevó, la novela de Margaret Mitchell y adaptada al cine por Victor Fleming, Bethany tenía una espectacular finca con caballos y enormes robles, que habían protegido la propiedad de la brutalidad del huracán Camille en 1969. Sus antiguos dueños la vendieron tras aquella tormenta. Esto fue la zona cero de Camille (mató a 79 personas sólo en Pass Christian).

"Las casas más antiguas aguantaron y así fue como compré la mía", explicaba. Pero esto no es una película y ella no piensa resistir como hizo Escarlata O'Hara tras la guerra civil en su amada finca Tara.

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Los ricos como Bethany también lloran en Beach Boulevard, pero tienen la suerte de poder elegir y empezar de cero, aunque hayan perdido mansiones que fueron testigo de un pasado que, no obstante, muchos habitantes de Misisipi preferirían no recordar.

"Eran las casas más bonitas y antiguas de la costa y atraían al turismo, le daban un toque especial a la ciudad. Esto es el siglo XXI. Aquí había también pescadores y trabajadores. Nada se ha salvado". Lo afirmaba uno de esos trabajadores, Mims Carter, quemado por el sol tras buscar entre sus escombros "cuatro cosas de valor" en el arrasado centro de Pass Christian. ¿Lo ha perdido todo? "No, tengo mucha suerte, mi mujer y mis hijas están vivas", susurraba intentando contener las lágrimas.

El paseo marítimo es ahora un interminable descampado en el que las ruinas del Misisipi de otros tiempos se mezclan con las modernas pertenencias de sus actuales propietarios: un microondas aquí, un DVD allá, un cepillo de dientes eléctrico y hasta una lápida que debió pertenecer a un jardín privado que aún se alza frente al mar custodiando los restos de la familia Luger.

Entre los miles de objetos que se amontonan sobre este paisaje desolador, una mujer mayor corría angustiada y sin rumbo. "¿Dónde está la casa de Gina?", se preguntaba Carmela D'Angelo. Esta jubilada italiana buscaba la finca de su mejor amiga, donde vio el atardecer frente al mar durante años. "Es como si estuviera borracha, me mareo, no consigo reconocer esta calle", contaba llorando frente al Scenic Drive, la zona Este del paseo marítimo, donde aún hay algunas casas en pie. La suya ya no existe.

Entre sus fantasmagóricas fachadas se paseaba un hombre desorientado con la nariz incrustada en un mapa. Era Truman Miller, un agente de seguros de State Farm Insurance, encargado de encontrar cinco coches aparcados frente a la playa. Su agobio era evidente: "Soy de Tejas, llevo casi tres horas dando vueltas y no he conseguido encontrar los vehículos. Es una tarea imposible. Hay miles de hombres como yo repartidos por la costa. No tenemos fecha de vuelta a casa".

La destrucción de Pass Christian es casi total, pero algunos vecinos aún mantenían el sentido del humor. Sobre una pila de escombros de dos metros alguien había escrito sobre un cajón oxidado: "Cerrado por reformas. Volveremos pronto".

Lisa Truong busca los restos de lo que era el salón de su casa, en Pass Christian, antes del paso del Katrina.
Lisa Truong busca los restos de lo que era el salón de su casa, en Pass Christian, antes del paso del Katrina.AP

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