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Reportaje:MODA

España como musa

La exposición 'Genio y Figura' muestra en la Expo de Aichi la marca de lo español en la moda nacional e internacional. Una colección de 60 piezas inspiradas en obras de arte, vestidos tradicionales, elementos folclóricos o en el estilo de diseñadores tan emblemáticos como Fortuny o Balenciaga.

Un vestido de noche de Chanel de 1929 ya mítico, que evoca una bata de cola andaluza. Un bolso de Moschino con forma de castañuela. Unas alpargatas valencianas convertidas en objeto de lujo por Hermés. El guardainfante de las meninas de Velázquez como fuente de inspiración de un vestido de cóctel de Karl Lagerfeld… Un juego de espejos en el que un artista crea a partir de la realidad de su época y un modista recrea después a partir de su obra. Y siempre, España como musa. Eso es Genio y Figura.

Si a lo largo de la historia España equivale a una forma de ser, también equivale a una forma de vestir. De las estructuras rígidas que encerraban el cuerpo de la mujer en el siglo XVI a los sensuales vestidos de gitana del siglo XIX. De los trajes populares que imitan la moda burguesa a los de las clases altas que copian los de los majos que tan magistralmente retrató Goya. De la gravedad más pomposa al andalucismo más barroco y festivo. Y, en colores, del negro, signo de distinción desde el reinado de los Austrias, al rojo, sinónimo de pasión, de muerte y fiesta.

Después de su paso por Japón, los organizadores de la exposición tratan de encontrar un museo para que este montaje único pueda verse en nuestro país

"La corrida de toros es cosa de pasión, y en España la ropa es cosa de pasión y sexo al rojo. Para eso se engalana todo el mundo, para conseguir pareja", declararía Alexander McQueen a la salida del desfile en que presentaba su colección de verano de 2002. Su nombre, El baile del toro retorcido, toda una declaración de principios que el excéntrico John Galliano podría compartir, a juzgar por la tendencia del gibraltareño a llenar sus diseños de volantes y lunares. Antes, otros, como Jean-Paul Gautier, con Espagnolade, un vestido de 1999 a base de abanicos entrelazados; Christian Lacroix, que se inspiraba en la farándula y en la religiosidad popular para su primera colección propia, en 1987, o Yves Saint Laurent ("Siempre hay una infanta o una maja en mis colecciones"), habían bebido una y otra vez de lo extraño, lo rico y, muchas veces, lo tópico de ser español. Ningún país como España les ofrecía tal riqueza en el vestir ni tal cantidad de obras pictóricas y literarias, fiestas populares y personajes típicos susceptibles de convertirse por sí solos en motivo de una colección entera. Además, contaban con Balenciaga como referencia, considerado como el passeur que traduce al lenguaje de la moda las tradiciones artísticas e indumentarias de su país.

El ahora comisario de la exposición Genio y Figura, Manuel Outumuro, fotógrafo de profesión, vio hace 15 años las posibilidades de una muestra que sirviera para recopilar la huella de lo español en la moda internacional. Llevaba años recortando de las revistas diseños que le gustaría reunir junto a la obra de arte, la pieza del atuendo tradicional o el traje original al que emulaban. Era a principios de los noventa y la moda tenía ya entidad suficiente como para llegar a los museos, con la excusa de exposiciones temáticas varias: Moda y surrealismo, Moda y lo salvaje… Sin embargo, Outumuro no consiguió un pabellón en la Expo 92, en Sevilla, como pretendía. Su idea quedó aparcada hasta que la Sociedad Española para Exposiciones Internacionales decidió rescatarla. El nuevo escenario sería Japón, sede de la primera Exposición Internacional del siglo XXI.

El proceso de recopilación deparó todo tipo de sorpresas: agradables y desagradables. El procedimiento habitual era pedir a las firmas de alta costura o a las fundaciones vestidos concretos, pero alguna vez no se sabía a ciencia cierta si contaban en sus colecciones con algún diseño inspirado en lo español. Así, por casualidad, fue como se descubrió, por ejemplo, el vestido Infanta, de Diane von Furstenberg, uno de los cuatro que reproducen el que lleva la duquesa de Alba en el cuadro de Goya del mismo nombre. Sin embargo, también ocurrió a la inversa, y algunas casas poco dadas a archivar los diseños de cada temporada no pudieron ofrecer sus vestidos de años atrás, o tuvieron que volver a hacerlos. Al final se ha logrado reunir 60 piezas entre vestidos, bolsos y zapatos (todos de mujer) y 40 obras de arte, todas originales salvo en el caso de Las meninas, de Velázquez; La duquesa de Alba, de Goya, y San Anthelmo, obispo de Belley, de Zurbarán. Aparte se exponen 30 piezas más de diseñadores españoles que se muestran con una producción de Isabel Coixet, Nosotros por nosotros mismos.

El Museo de Arte Moderno de Saitama, a las afueras de Tokio, ha sido el escenario elegido para este baile de disfraces a la española que se prolongará hasta el 10 de octubre. Con interiorismo a cargo de Francesc Pons, la exposición se completa con una espectacular instalación de vídeo de 18 metros de altura como telón de fondo.

Los organizadores de Genio y Figura. La influencia de la cultura española en la moda no renuncian a que la exposición venga a casa para brindar la oportunidad de verla a todos aquellos que no hayan podido visitar la Expo de Aichi. No será en el Museo del Traje, como se previó en un principio, pues la sala de exposiciones temporales no está lista todavía. Y no queda mucho tiempo para programarla, pues en diciembre caducan algunos de los permisos de las obras que se exhiben. Una recopilación de piezas únicas en busca de museo.

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