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Reportaje:

Girona desentierra su 'Born'

La ciudad realiza una excavación de 2.400 metros cuadrados, la mayor de su historia

Resulta inevitable que los ciudadanos que contemplan estos días la mayor excavación realizada nunca en la ciudad de Girona comparen la cuadrícula de muros que ha emergido bajo el asfalto de la calle de Pompeu Fabra y la plaza del Hospital, en pleno casco urbano, con las excavaciones que se llevaron a cabo en el mercado del Born en el viejo centro de Barcelona.

Aquí, no obstante, la excavación está lejos de suscitar cualquier polémica. Los 2.400 metros cuadrados de excavación han sacado a la luz una manzana de casas adosadas que fueron levantadas a partir del siglo XIII como un barrio extramuros y que, en el XIV, quedaron protegidas por la muralla construida por Pere El Cerimoniós.

Lluís Palahí, arqueólogo y director de las excavaciones, admite que en Girona ha emergido un barrio medieval de una época y una estructura muy similar al Born. Pero se apresura a señalar que, en el caso de Girona, las estructuras no tienen el mismo valor histórico y, sobre todo, simbólico.

Las excavaciones son el paso previo a la construcción de un moderno edificio que, en el espacio que ocupaba el antiguo hospital de Santa Caterina, centralizará todos los departamentos de la Generalitat en Girona. "Yo no decido si esto debe conservarse o no, pero lo importante es que se documente", afirma Palahí. El informe de las excavaciones, que no entra en evaluaciones, será remitido a la Dirección General de Patrimonio de la Generalitat, que con toda seguridad autorizará la construcción de un aparcamiento subterráneo en la zona.

Las excavaciones, que terminarán el 30 de septiembre tras cinco meses de trabajos, han permitido documentar una serie de casas gemelas que no se diferencian demasiado de los actuales barrios residenciales de casas adosadas. En la planta baja se habilitaban garajes para guardar el carro o se abría comercio al público. El peligro de inundaciones de la zona, muy próxima al río Onyar, aconsejaba que la vida cotidiana se desarrollara en el piso superior. Lluís Palahí explica que los inquilinos eran gente modesta y en situación de riesgo al verse sometidos a diversas vicisitudes.

Las casas más próximas a la muralla defensiva, por ejemplo, podían sufrir los efectos de los ataques exteriores. "En el interior de algunas casas se han encontrado fragmentos de bombas y parece evidente que tras cada ataque sufrían desperfectos", explica el arqueólogo.

Una parte de las casas fueron derribadas en el siglo XVII, mientras que un tramo permaneció en pie hasta los años sesenta. Eso explica que mezclado con el material cerámico de siglos pretéritos aparezcan muñecas de plástico.

Las excavaciones han servido también para desenterrar la protesta que suscitó en la década de 1960 la construcción de un edificio que debía cortar la calle. El boicoteo de la colocación de la primera piedra y una gran oposición popular impidieron que se fuera más allá de los cimientos, todavía visibles.

Las visitas a las excavaciones, programadas durante tres fines de semana, han desbordado todas las expectativas. A pesar de que se han ampliado, será difícil atender todas las peticiones.

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