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CATÁSTROFE EN EE UU | Los equipos de rescate

Un médico que perdió a su hijo transmite fuerza y serenidad

"Yo arrastro mi propia tragedia, y es lo suficientemente grande como para que todo lo demás sólo me afecte de refilón". Las palabras del doctor John Halpern esconden una historia trágica. Halpern es el médico encargado de supervisar la salud física y psíquica de los casi 200 enfermeros que trabajan en Camp Katrina, el nombre con el que han bautizado la base de ambulancias del American Medical Response, en Gulfport.

Hace unos años, mientras estaba de guardia, Halpern recibió una llamada para acudir a salvar a un niño que se estaba ahogando en una piscina. Al llegar descubrió que se trataba de su propio hijo, de dos años y medio. Pero ya era demasiado tarde: camino del hospital trató de reanimarlo pero no pudo, murió en sus brazos. "Cuando te ocurre una cosa así, todo lo demás te parecen nimiedades. La piel se curte para siempre", aseguraba el lunes con serenidad.

El viernes, los ojos azules y la sonrisa del doctor John Halpern eran un pozo de serenidad. En el avión que le traía desde Fort Lauderdale (Florida) hasta el Estado de Misisipi, decía no tener miedo de lo que se iba a encontrar y estar preparado para cualquier cosa, "sobre todo para ver caos y destrucción". El lunes sus ojos estaban rojos e hinchados, su barba asomaba sin pudor en su rostro cansado, pero la sonrisa y la paz interior que transmitía días atrás parecían seguir siendo su seña de identidad. "He encontrado más devastación y tristeza de la que esperaba, es desbordante", afirmaba. No ha dormido más de tres horas diarias desde que llegó, e incluso en los 10 minutos de pausa que se tomó el lunes para cenar su buscapersonas no paró de sonar.

"Seguir adelante"

"Katrina no respetó a nadie. Muchos de los enfermeros también perdieron sus casas o amigos, pero este trabajo nos obliga a seguir adelante y ser fuertes. A algunos los tuve que mandar a casa, si es que aún la tenían, por agotamiento, aunque nunca quieren irse, insisten en seguir ayudando. He tratado varios casos de ansiedad, depresión, insolación, bronquitis, vómitos, pero, además de eso, mi misión es mantener alto su ánimo", explica este médico de unos 50 años. Dar recetas para sobrevivir en tiempos de crisis parece su especialidad.

Su mujer, Nancy, también médico, escribió un libro, Beyond Goodbye, con el que trató de explicar los cambios espirituales que provocó la muerte de su hijo. "Y siempre habíamos querido que el libro saliera en el programa de Oprah Winfrey [el magazine televisivo con mayor audiencia de Estados Unidos]. De casualidad, ha llegado aquí un productor de ese programa y le he dado una copia del libro. A lo mejor ahora, si el libro se populariza, nuestra tragedia personal también puede ayudar a quienes también han perdido a un ser querido en este huracán".

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