Pedro empieza la ESO
Este mes de septiembre, alrededor de medio millón de chicos inician la Educación Secundaria Obligatoria. El salto hacia un periodo educativo fundamental que genera cambios, oportunidades, dudas y dificultades. Compartimos esa transición con Pedro Giménez, un niño turolense de 12 años.
El calor de junio y las hormonas hacen estragos en la clase de 6º B. Mientras el tutor explica, circulan mensajes amorosos, cuchicheos, risas sofocadas. Pedro intercepta notas y soborna con golosinas hasta conocer todos los cotilleos de su clase. Entonces los publica en su revista La Bomba: varias hojas de cuaderno grapadas convertidas en best seller colegial. Cosas como ésta llevan el sello de Pedro Giménez, 12 años, alumno del colegio público La Fuenfresca, en Teruel. Creativo, inteligente, vago. "Ay, si estudiara", claman al unísono sus maestros. Ha salido raspando de Primaria y a mediados de septiembre comienza 1º de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en un instituto también público de su ciudad. En tres meses pasa de ser de los mayores del cole a engrosar el pelotón de los pequeños en la inmensidad de un IES con casi 1.000 estudiantes. Un salto que a él le da "un poco de miedo" y que mantiene en guardia a su familia. Cómo se adaptará, qué compañías se buscará, qué notas sacará
Casi dos millones de niños cursan el tramo quizá más controvertido del sistema educativo en España; alrededor de medio millón se sacuden el cascarón escolar y lo inician. Lo hacen escuchando noticias y mensajes sobre violencia, fracaso, bajos resultados, acoso. "Dejan la cultura de Primaria, con gran importancia de los aspectos sociales y afectivos, y entran en la de Secundaria, donde los profesores dan un mayor peso específico a la dimensión cognitiva", interviene, desde su despacho de la Universidad Complutense de Madrid, Álvaro Marchesi, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación y uno de los padres de la LOGSE. Además, la Secundaria obligatoria es una etapa joven con importantes cambios no siempre bien resueltos: ya hay más de 100.000 inmigrantes escolarizados sólo en la ESO y adolescentes entre 14 y 16 años que ayer estaban en la calle hoy permanecen en el aula. Enmárquese en una sociedad en transformación, con una violencia que tiene su reflejo en la escuela y licenciados que salen de la Universidad rumbo a un instituto con "sólida formación en la materia y una casi nula formación para desarrollar el trabajo de enseñar" (son apuntes del docente y experto canario Luis Balbuena). A lo que se suman nuevas generaciones de estudiantes que parecen extraterrestres en comparación con sus antecesoras.
"Tengo dos sobrinas-nietas de 12 y ocho años y la diferencia entre ellas es mayor que la que separa a la de 12 años de su padre". Haciendo honor a la maestra de toda la vida que es, a Marta Mata le gusta poner ejemplos para que su mensaje se entienda mejor. Como presidenta del Consejo Escolar del Estado, estima que los alumnos pierden el interés y la motivación porque la manera de enseñar se limita al código texto, excluyendo medios que resultan más cercanos a ellos, como los audiovisuales o Internet.
En el cuarto de Pedro, un libro abierto espera en el escritorio. "Es para un trabajo de ciencias no obligatorio, a lo mejor no lo hago", resopla. "Pero mira", y se le iluminan los ojos enseñando un anuncio de publicidad, "Toma Frutimax", hecho con su amiga Andrea en una cartulina. El niño suspira por un móvil (la mitad de sus compañeros ya lo tienen). Se queda embobado delante de la tele viendo a Andreu Buenafuente, de cuyos monólogos improvisa divertidos refritos (algunos, grabados en vídeo). Chatea con su tío y utiliza Internet para bajarse videoclips de Amaral, uno de sus grupos favoritos, y para informarse. "Me preocupa la anorexia, la bulimia y lo muchísimo que contaminamos; estoy a favor de la Unión Europea y en contra del machismo, la guerra, la violencia doméstica y el tabaco", suelta en plan metralleta.
"Son solidarios, trabajan mejor en equipo, están más concienciados con el medio ambiente", así define los 12 años Jesús Ramírez, coordinador de la sección educativa del Colegio de Psicólogos de Madrid: "Los medios de comunicación, sobre todo Internet, les ofrecen enormes posibilidades de información. Han evolucionado y poseen ya un pensamiento absolutamente adolescente". Como punto flaco, Ramírez señala que no valoran el esfuerzo: "Lo tienen todo; si piden a les damos el abecedario entero".
La adolescencia ha llegado a 6º B de La Fuenfresca. ¿El control con mejores notas del curso? El del aparato reproductor. La transformación, con todo, no es uniforme y cuerpos aniñados conviven con otros en plena pubertad (las chicas suelen ir por delante en esto) que se mueren por Dani Pedrosa, Fernando Alonso, Catherine Zeta Jones o Angelina Jolie. Y que alborotan las últimas semanas de seis años, media vida, frente a una pizarra, de lunes a viernes. En septiembre, la mayoría se repartirá en tres institutos públicos de Teruel (sólo dos chavales entre 23 prosiguen en uno privado). A Pedro le ha tocado uno alejado de su barrio, al que no irá casi nadie de su clase. "En principio es bueno; porque así ampliará su círculo de amistades en un momento en el que los chicos tienen mayor dificultad para relacionarse y mayor necesidad de hacerlo", opina el psicólogo.
Su familia se prepara para el nuevo curso como todos los veranos, haciendo acopio de material escolar. La situación económica es saneada, pero siempre viene bien que los manuales de enseñanza obligatoria sean gratuitos en Aragón. Esta tarde de junio, los padres, Enrique Giménez (director de zona de la Caja Rural de Teruel, 43 años) y Esther Endolz (albañil, 45 años) acompañan a su hijo a una librería del centro para comprar lápices, varias libretas, la cartera. El niño no se desvive por el estuche con la marca de moda. Ni él ni sus dos hermanos son caprichosos.
El primogénito, Javi, abrió camino en el instituto hace un año; se adaptó rápido y va bien: comienza 2º de ESO y suministra información práctica, como los motes de los profesores. Y luego está Montse, melliza de Pedro, estudiosa, sensata, excelente deportista. Los mellizos han ido a grupos separados para favorecer su autonomía, pero para Secundaria sus progenitores dudan. "Lo consultaremos con Antonio y Román", decide Enrique.
Antonio Pérez y Román Torres son el jefe de estudios y el director del Ibáñez Martín, uno de los institutos más antiguos de Aragón, sin apenas inmigrantes, en una ciudad pequeña y poco conflictiva. Su edificio original, donde se acomoda la ESO, acogerá a Pedro, Montse y a 118 alumnos más de 1º. Los mayores (de bachillerato y ciclos formativos) ocupan las nuevas instalaciones, que ganan en funcionalidad lo que pierden en sabor. Los 120 novatos se distribuirán en cuatro líneas (grupos) de 30 y tendrán un día de recepción para ellos solos; los móviles les serán requisados si suenan, no podrán salir a la calle en el recreo, habrá un control diario de faltas, reuniones periódicas con los tutores e informes del departamento de orientación. "En mayo, estando aún en 6º, organizamos una visita con sus padres para que nos conozcan. Delante de los demás, los adultos se interesan por las optativas, la informática o el aula de nuevas tecnologías; en un aparte te preguntan por la disciplina", se sonríe el director.
Durante el mes de julio, mientras Pedro esté en Castellote (el pueblo turolense de su madre) jugando a detectives con su primo Quique, la dirección de su futuro IES bregará con las listas de admitidos. La primera quincena de septiembre, con las aulas vacías y el claustro de 84 plazas completo, será, como siempre, frenética: reunión para fijar horarios, clases y tutorías, en coordinación con los orientadores; diseño de contenidos por departamentos; cartas informativas a los hogares Ya en octubre el centro convocará a las familias a encuentros con los tutores para hablar de la evaluación inicial, las normas de convivencia o cómo ayudar con los estudios.
Los padres de Pedro irán a todas las reuniones, y se apuntarán al APA. Mientras, el hijo recela de la cantidad de asignaturas que le esperan. "Me gustaría que mis profesores fueran divertidos; amargados, no, por favor", suplica. Nueve de cada 10 alumnos piden enseñantes dinámicos que hagan participativas las clases, según el informe 2005 de la firma Office Depot sobre Tendencias y hábitos de estudio y consumo de material escolar. ¿Sus modelos?: el presentador televisivo Matías Prats, el astronauta Pedro Duque o el presidente del Congreso, Manuel Marín.
En el mundo real abundan los educadores confusos y sin herramientas para adaptarse a la cambiante situación en el aula, según lo describe Augusto Serrano, de la Confederación de Sindicatos de Trabajadores de la Enseñanza (STEs). Cuatro miembros de la comunidad educativa debaten hoy en Madrid sobre la Secundaria, a instancias de este periódico: Serrano (profesor en un IES) por los docentes, Pedro M. Uruñuela (subdirector general de Alta Inspección) por la Administración, Lola Abelló (presidenta de la Confederación Estatal de Padres de Alumnos, CEAPA, y madre de una hija a punto de entrar en ESO) por los progenitores y Naiara Imedio de Larrinaga (presidenta de la Confederación de Asociaciones de Estudiantes, CANAE) por los alumnos. Las andanzas de Pedro, que esta tórrida mañana de julio debe estar en la piscina de su pueblo, presiden un debate cargado de autocrítica.
Para empezar, el gasto de PIB que se destina a Educación ha bajado al 4,4% (la media de la UE se sitúa en el 5,2%); para continuar, España ocupa la cola de los países más desarrollados en el nivel de sus alumnos de 15 años en matemáticas, ciencias y comprensión de textos (informe PISA 2003). "Uno de cada cuatro chicos no termina la enseñanza obligatoria, y su fracaso es también el nuestro como Administración", sentencia Uruñuela. Abelló extiende ese fracaso a las familias que dejan a la prole frente al televisor o el videojuego y se desentienden del instituto.
Durante la charla salen a relucir necesidades: de comedores, de actividades extraescolares (a Pedro le encantaría seguir haciendo teatro, como en el colegio), de centros abiertos al barrio, de fomento de la lectura y de la participación, de bibliotecas, de una forma más dinámica y motivadora de enseñar. Y problemas: la escasa coordinación entre Primaria y Secundaria o el disparate pedagógico que son los edificios mastodónticos y despersonalizados, con sobrepeso de asignaturas, profesores y estudiantes.
"El mobbing o acoso entre iguales surge en los rincones oscuros de los grandes institutos en los que la gente no se conoce. Ninguna ley debiera permitir que un profesor tenga más alumnos de los que pueda conocer por su nombre y tratar como personas", señalará a la tarde siguiente Marta Mata. "Cuando los alumnos se tratan como personas, el mobbing, si aparece, se habla, intenta solucionarse. En todos los casos que conozco de mobbing no se hacen reuniones", insiste la presidenta del Consejo Escolar del Estado. Ningún experto consultado cree, no obstante, que el acoso haya aumentado en los últimos años. "No hay más violencia, sino más conocimiento de la violencia", estima Álvaro Marchesi.
Pedro jamás se ha callado cuando se han metido con él porque no le gusta el fútbol o por juntarse con chicas. Se ha defendido, a veces a chillido limpio, y luego ha ido a casa rumiando su indignación, a desahogarse con su madre. "Y que lo siga haciendo", espera Esther.
Convivencia, menos asignaturas, atención a la diversidad, calidad para todos. Son palabras clave de la tercera ley educativa en 15 años, la LOE, que entrará en vigor en el curso 2006-2007 con una dotación de 6.000 millones de euros hasta 2010. Ese año, dice el ministerio, todo el profesorado habrá pasado por una renovación pedagógica y el presupuesto para Educación habrá alcanzado el 5% del PIB. Organizaciones como CC OO exigen garantías de financiación. Y otras como STEs y el Sindicato de Estudiantes estiman que la ley no defiende la escuela pública lo suficiente. El PP y la Confederación de Padres Católicos rechazan la LOE, que también ha recibido un dictamen desfavorable del Consejo de Estado: lamenta que obvie términos como "mérito", "capacidad individual", "deber de estudiar", "esfuerzo personal", y teme que el ansia por modernizar impida corregir "tendencias a la baja calidad".
"Creo que la cultura del esfuerzo que reclama el PP no está reñida con el tratamiento a la diversidad que propone el PSOE", sugiere conciliador Luis Balbuena. En la misma línea, más del 80% de encuestados en el barómetro de julio del Centro de Investigaciones Sociológicas consideró muy o bastante importante que se llegara a un acuerdo entre los principales partidos y grupos sociales para llevar a cabo la reforma educativa. Para combatir lo que los españoles perciben como principales problemas: conflictividad, falta de disciplina, escasa motivación y poca implicación de las familias.
Pedro las ha pasado canutas para aprobar matemáticas, su cruz particular: "Es que mi profesor es muy exigente". Afirma que ha aprendido mucho en el colegio, de lo que deduce que la educación en España va bien. "No estamos entre los mejores del mundo, pero sí en un nivel aceptable, y mejor que hace 30 años", matiza Marchesi.
"¿Cómo nos gustaría que fuese nuestro Pedro, ciudadano del siglo XXI?". "¿Qué queremos que aprenda?", lanzan como última cuestión los representantes de la comunidad educativa citados en Madrid. Desde Teruel responden los padres de Pedro, Montse y Javi: "Nos gustaría que los enseñaran a pensar, a no tragárselo todo sin cuestionarlo, a buscar la información que necesitan, a ser solidarios y buenas personas".
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