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La ONU alerta del peligro de extinción que amenaza a los grandes simios

Naciones Unidas pronostica que el 92% de sus hábitats será destruido antes de 2032

El panorama es desolador para los grandes simios -gorilas, orangutanes, bonobos y chimpancés, los primates evolutivamente más cercanos al hombre-. Si la degradación de su medio ambiente sigue como hasta ahora, en menos de 30 años más del 92% de las zonas en las que habitan los primates antropoides quedará gravemente dañado por el hombre. Así lo sostiene la ONU en el Atlas de los grandes simios y su conservación que se hizo público ayer. Entre las causas figura la pobreza de los países que albergan estas especies y que facilita la caza ilegal y la deforestación de los hábitats.

Si la deforestación y el impacto humano continúan al ritmo actual, para 2032 los orangutanes podrán vivir libremente sólo en el 1% del territorio que ocupan ahora. Los bonobos estarán en el 4%; los chimpancés, en el 8%, y los gorilas, en el 10%, según el compendio más completo publicado hasta ahora sobre los primates.

La ONU alerta de que 19 de los 23 países africanos y asiáticos que concentran a los simios antropoides en libertad figuran entre los más pobres del mundo (con un ingreso per cápita anual de menos de 650 euros), por lo que la supervivencia de estas especies cercanas al hombre precisa de acción internacional.

"Todos los grandes simios están amenazados y la situación de algunos es realmente crítica", dice Lera Miles, una de las investigadoras que participaron en el estudio. La especie con más peligro es el orangután de Sumatra, de los que sólo quedan 7.300 en libertad. La proyección es que en 50 años sólo sobrevivirán 250 ejemplares, "un número inviable para su supervivencia", asegura Miles. Esta especie se ha visto seriamente afectada por la tala indiscriminada de árboles, y el tsunami que azotó el sureste asiático el pasado mes de diciembre ha acelerado rápidamente la destrucción de su medio.

Como poblaciones, están también en grave riesgo de desaparecer el gorila de la montaña de la República del Congo (700 ejemplares) y los gorilas de río que se encuentran entre Nigeria y Camerún (con sólo 250 monos). Pero, en promedio, todas las especies de grandes simios reducen su población a un ritmo del 50% cada tres generaciones, según Miles.

La pobreza está directamente relacionada con el exterminio, ya que "si la gente no tiene otra opción para sobrevivir, se ve obligada a depredar la naturaleza de su entorno", cuenta la experta.

El contrabando de carne de mono o la venta de simios son opciones para ganar dinero en algunos lugares. En la República Democrática del Congo, la gente vende gorilas por 25 dólares (20,27 euros), lo que "les resulta bastante buen negocio", si se tiene en cuenta que como media viven con un dólar al día (0,8 euros).Si la pobreza disminuyera, muchos ejemplares se salvarían, pues la gente está comiendo cada vez más su carne, según revela el estudio.

En África central, los chimpancés y gorilas sufren una amenaza adicional: el virus del Ébola. Los expertos no pueden determinar qué porcentaje podría estar infectado, "pero empeora cada vez más y seguramente ha exterminado ya algunas poblaciones", asegura Christophe Boesch, de la fundación de los chimpancés en libertad. Erradicar el Ébola es importante no sólo por los simios, sino porque afecta también a los humanos, dice Boesch.

"El panorama es cada vez peor para los simios, aunque no todo está perdido", dice la ONU, por lo que se reunirá con gobiernos de los países implicados y expertos del 5 al 9 de septiembre en Kinshasa, República Democrática del Congo, para formular medidas que pudieran ayudar a la supervivencia de estos animales.

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, se ha lamentado: "Los grandes simios son nuestros parientes. Como nosotros, ellos son conscientes y tienen cultura, herramientas, política y medicinas. Pueden aprender un lenguaje de signos y comunicarse. Pero, tristemente, no los hemos tratado con el respeto que se merecen".

Orangutanes en el Centro de Rehabilitación de Sepilok, en Malaisia.
Orangutanes en el Centro de Rehabilitación de Sepilok, en Malaisia.REUTERS

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