Incendios y agentes forestales

La ministra de Medio Ambiente ha descubierto ahora que existen en esta sociedad personas perversas y encubridores. Que los montes españoles ar-

den porque, entre otras causas, hay gente que los quema por enfermedad, maldad o, incluso, por su propio interés. Mientras, los que lo saben, no les denuncian por temor, por complicidad o porque de algún modo a ellos también les puede beneficiar. Pero Narbona nos anunciaba hace un mes, con motivo de la presentación del anteproyecto de reforma de la Ley de Montes, que los agentes forestales no estarán facultados, en esta norma, para ejercer como policía judicial y perseguir e investigar los delitos que contra el Medio Ambiente se pueden cometer en nuestro medio natural, como ha sido tradición durante casi los 126 años de historia de este colectivo, y reconocido por la Ley de Enjuiciamiento Criminal y todos los Reglamentos profesionales de la Guardería Forestal del siglo XX. Lo que la ministra desconoce es que restringir y menoscabar las funciones y facultades de policía e inspección de los agentes forestales, conocedores como nadie de nuestros montes, es mutilar las capacidades de actuación de la Administración ante el grave problema de los incendios forestales, dilapidar los recursos con los que la sociedad española se ha dotado y someter a un colectivo de 6.000 profesionales a una frustración y desmotivación altamente irresponsable.