"En Barcelona copiamos con gusto y admiración"
Benedetta Tagliabue llega en bici a su maravilloso estudio barcelonés. Sienta su melena, su simpatía, su 1,75 y su voz grave, y responde sin pensar ni un segundo.
Pregunta. ¿Cómo va el negoci?
Respuesta. ¡Bien! Pasa un día, otro... Esperemos que mañana vaya bien también. Tenemos encargos nuevos, Hamburgo, Nepal, Nápoles... Tenéis que conocer a la clienta de Nepal, es fantástica, tiene una fundación y vamos a construir escuelas para los niños intocables, los parias. Se llama Vicki Sherpa y el edificio será una provocación: tan privilegiado como su método de enseñanza...
P. Nápoles, Nepal... Sitios duros para una esnob milanesa.
R. Ja, ja. ¡Nápoles más duro! Pero el jefe de los arquitectos del metro es milanés, muy hábil, y está haciendo una revolución en las estaciones... Nosotros vamos a poner allí un trozo de volcán, y les ha encargado otras paradas a Siza, Fuksas, Tusquets, Foster...
P. ¡Todos los galácticos!
R. Todos menos yo, que sólo soy paisana del jefe del metro.
P. Nepotismo italiano.
R. ¡Puro!
P. ¿Se puede provocar aún con la arquitectura en Barcelona?
R. Imposible, ¡Barcelona es la provocación en sí misma! Hace 25 años era una ciudad gris, sin museos, sin arte, una ciudad de no ir... Ahora se ha convertido en la referencia. Le han inventado una cara.
P. ¿Usted cuándo llegó?
R. En el 89. Un momento muy bueno. Me acababa de graduar en Venecia, había estudiado en Nueva York y estaba enamorada.
P. De Enric Miralles, claro.
R. Lo conocí en Nueva York. Era amigo de unos amigos, y tuvimos un romance de rascacielos. Parecíamos los únicos que teníamos tiempo libre y por eso nos enamoramos.
P. ¿No será que buscaban el tiempo para enamorarse?
R. ¡Seguro!
P. Así que se vino detrás de él.
R. ¡A la aventura! Me presenté en varios estudios y encontré trabajo a los tres días. ¡Y sin decir que le conocía, eh! En aquel momento los estudios de Barcelona estaban desesperados por encontrar gente.
P. Y esta manía de las maquetas, ¿es suya o de Enric?
R. Se fue creando... A Enric le encantaba dibujar lo más abstracto posible, y los pobres clientes no sabían por dónde empezar. Poco a poco, empezamos a hacer maquetas para comunicar los proyectos en 3D, y a la vez nos iba sirviendo a nosotros para hacer cambios, estudiar detalles... Hacemos una arquitectura nunca vista, nunca repetimos un modelo, y la maqueta nos ayuda mucho a todos. Aunque hay edificios, como el Parlamento de Escocia, que no se entienden ni con maqueta.
P. Es una arquitectura artesanal...
R. Los dibujos de Enric eran así. Su madre y su tía eran sastras y a él le gustaba mucho dibujar con escuadra y cartabón transparente y un compás viejo... Los dibujos eran importantes en sí mismos...
P. "Arquitectura nunca vista". No es mal eslogan.
R. Hombre, es muy difícil no repetirse. Intentamos hacer las cosas en relación con el entorno, el cliente, la situación... Pero es difícil no tener un carácter. Incluso es bueno tener algo de carácter.
P. ¿Y cómo llevan en Barcelona ese famoso ego del arquitecto?
R. Lastimosamente, los arquitectos tenemos este ego enorme, y somos envidiosos, sí. Pero en Barcelona, aparte de la envidia subterránea, tenemos un espíritu de grupo muy fuerte... Y la envidia es útil, porque miras a los demás y...
P. Se copian unos a otros.
R. Aquí copiamos bien, sí; con gusto, con admiración.
P. ¿Hay mafia?
R. Lastimosamente, no. No llegamos a eso. Sería muy útil, pero no. Aunque sí llegamos a ser grupo y estaría bien mantenerlo. Se ha mantenido con Oriol Bohigas, que ha sido muy criticado pero ha creado un ambiente fantástico de escuela, de ámbito... Todavía se dedica con toda el alma a ese papel social y político.
P. ¿Y Madrid? ¿Cuándo piensan venir a tirarlo todo y empezarlo de nuevo?
R. Yo soy una persona de ningún lugar, y lo que me encantaba de ir a Madrid es que Enric notaba mucho el acento catalán que tenía.
P. ¿Se atrevería a hacer un nuevo estadio Bernabéu?
R. ¡Encantada! Pero creo que me darán más fácilmente algo en Londres que en Madrid. Ésa es la verdadera impresión de los catalanes con Madrid: que es otra ciudad más del extranjero.
P. ¿Y el Camp Nou lo haría?
R. Me encantaría. Pero tengo mucha admiración por el viejo Camp Nou, es guapísimo.
P. ¿Es culé?
R. Sí, siempre me ha gustado el Barça. Me sorprende que mis hijos no sean... Mi hijo dice que es del Valencia, no sé qué amigo le ha liado.
P. ¿Lleva a sus hijos al Liceo Italiano?
R. No, el italiano se lo enseño yo, prefiero que vayan al colegio catalán y que se integren muy bien.
P. ¿Ha renunciado a Italia?
R. La veo muy en decadencia comparada con España. La gente trabaja por su propio poder y no por el colectivo, y eso se nota mucho. Es un país momificado, caducado, anquilosado. Italia es el país más difícil de Europa.
P. ¿Qué pensaría Miralles si viera el estudio ahora?
R. Ha cambiado poco a poco. Es una continuidad. No me gusta comparar. Mejor ir día a día y luego ver las diferencias. Prefiero no planteármelo. Estaría contento de algunas cosas y sorprendido de otras, supongo.
Amor y maquetas
Milanesa, barcelonesa de adopción y ciudadana "de ninguna parte", viuda del arquitecto Enric Miralles, fallecido hace ahora cinco años, Benedetta Tagliabue es una mujer cordial y creativa. Tras la muerte del padre de sus dos hijos, Tagliabue tomó las riendas del estudio del Pasaje de la Paz número 10 y ahí sigue, rodeada de preciosas maquetas de madera, dirigiendo a 30 personas casi todas jóvenes, ultimando viejos proyectos conjuntos (Mercat de Santa Caterina, Gas Natural en Barcelona, el Parlamento escocés...) y creando otros nuevos: una estación del metro de Nápoles, una escuela en Nepal (sin cobrar) o la recuperación del puerto de Hamburgo.
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