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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Respuesta al desafío

Con buen criterio, la Consejería de Interior vasca ha prohibido la manifestación convocada para el próximo domingo por Batasuna en favor de su propuesta de negociación. Un portavoz de esa formación ha anunciado que "seguramente" recurrirá la prohibición, en cuyo caso la última palabra la tendrá el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, pero que de todas formas mantendrá la convocatoria. Se trata de un episodio más del pulso de Batasuna por imponer su presencia social a despecho de la ilegalización decidida por el Tribunal Supremo y ratificada por el Constitucional.

Batasuna no intenta ocultar que la iniciativa es cosa suya. La anunció el martes Arnaldo Otegi, con cartel y lema incluido. A continuación, otra persona, un antiguo concejal de Batasuna en San Sebastián, comunicaba la convocatoria. En su resolución, el Gobierno vasco da por supuesto que es Batasuna la que convoca, ya que invoca como primer argumento el auto de prohibición de la Audiencia Nacional. Y añade el riesgo de alteraciones del orden público, que argumenta con el antecedente de la manifestación del pasado 24 de julio, también en San Sebastián, y cuya comunicación había sido planteada por la misma persona.

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En los últimos meses, Batasuna ha tomado diversas iniciativas, cada vez más audaces, destinadas a medir la capacidad de resistencia del sistema, con resultados diferentes. En Navarra, varias convocatorias han sido prohibidas por la autoridad gubernativa, y disueltos por la policía, sin incidentes, los intentos de mantenerlas. En el País Vasco ha habido manifestaciones prohibidas y disueltas; otras, toleradas de hecho o prohibidas, pero recurridas con éxito. También ha habido un caso de desconvocatoria por el propio Otegi tras la prohibición. Ayer, otro portavoz de Batasuna comentó que la decisión del Gobierno vasco era una medida "del pasado", incongruente con las dinámicas actuales.

Se refería sin duda a la posibilidad, votada por el Congreso, de buscar una salida negociada si ETA abandonaba las armas. Pero para que esa condición se cumpla será necesario que el brazo político se lo exija al militar, como ha pasado en el Ulster. Tras tres años de pretextos, Gerry Adams ha entendido que sin abandono de las armas por parte del IRA no se levantaría la suspensión del autogobierno de Irlanda del Norte, ni podría el Sinn Fein ocupar sus escaños y cargos en el Gobierno. Para que ETA desista, es necesario que Batasuna comprenda que seguirá siendo ilegal, con todas las consecuencias, mientras no exija a ETA lo mismo que Adams al IRA. Y para que lo comprenda deberá ponerse freno a sus intentos de esquivar la ilegalización e imponer su presencia de hecho en fraude de ley.

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