_
_
_
_
Pie de foto / 3 de octubre de 2004 | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nos preocupa la infancia

Juan José Millás

Los niños que permanecen en cuclillas, con las manos atadas a la espalda y los ojos vendados, son iraquíes malos. Los adultos de las pistolas y el rostro cubierto con pasamontañas son los buenos. Si les quitáramos el pasamontañas, veríamos las caras de Bush, o de Blair. La de Zapatero, no, porque Zapatero retiró vergonzosamente nuestras tropas de Irak al día siguiente de llegar a La Moncloa. De ahí que haya sólo dos vigilantes, en lugar de tres, que sería lo suyo si comparamos el número de buenos de esta foto con el de las Azores. Una vez más, hemos perdido el tren de la historia. Si esta imagen se publicara en el futuro en los libros de texto, nadie podría decir que el tercero de los policías buenos representaba a España porque el tercero no está: renunció incomprensiblemente a la gloria de mantener a raya a un crío de 10 años.

Se ha hablado mucho de las torturas de Abu Grahib. Las fotografías obtenidas en aquella prisión han dado la vuelta al mundo en un intento de desprestigiar a las fuerzas ocupantes. ¿Por qué no se ha dado la misma difusión a ésta, donde se ve, primero, que sólo detenemos a gente objetivamente peligrosa, y, segundo, que la tratamos con una corrección exquisita? Nadie nos habría impedido violar a los niños de la foto. Por Dios, son terroristas árabes. No tienen padres que los reclamen, ni carné de identidad, ni derechos. Podríamos haberlos convertido en carne picada sin dar explicaciones a nadie. En lugar de eso, de violarlos como a los de Abu Grahib, que es lo que nos pedía (lógicamente) el cuerpo, les hemos infligido un trato humanitario que están muy lejos de merecer. Pero eso es precisamente lo que nos diferencia de los malos: la educación, la cultura, las buenas maneras y la preocupación por la infancia.

Los prisioneros que sacan los malos en sus fotografías y vídeos son siempre adultos. ¿Por qué? ¿Por respeto a la infancia? ¿Para no herir la sensibilidad de sus padres? ¿Por miedo a ser denunciados ante el Defensor del Menor? ¿Porque ellos, al contrario que nosotros, no secuestran niños? Nada de eso. Si no los sacan es porque les da vergüenza mostrar la situación en la que los tienen. Nosotros, en cambio, podemos presumir de llevarlos bien peinados y limpios. Es cierto que algunos, como el del primer plano, van descalzos, pero eso seguramente forma parte de su cultura. Son árabes, gente descuidada, miserable, ruin, gente descalza.

Por lo demás, la postura no mata ni deja señales. La ensayamos en Guantánamo con excelentes resultados. Si obligas a permanecer al enemigo con las manos atadas a la espalda y el cuerpo doblado de manera que las nalgas se acerquen al suelo sin tocarlo, llega un momento en el que pierde la dignidad y obtienes de él todo lo que quieras sin necesidad de aplicarle la picana, que ahora está muy mal vista. Pero si además le vendas los ojos y le obligas a caminar en esa postura, sin ver nada de nada, al poco se pone a cacarear como una gallina y te mueres de la risa. Lo llamamos privación sensorial. Pero lo importante es que Irak, como demuestra esta imagen, está al final pacificado, y los malos, detenidos.

REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_