La policía del Ulster espera que el adiós a las armas del IRA ponga fin a las mafias
Grupos armados republicanos actúan como bandas de delincuentes tras ocho años de tregua
La renuncia del IRA a su campaña armada ha anulado toda la base ideológica con la que los miembros del grupo armado nacionalista irlandés amparaban hasta ahora simples actos criminales. Todos ellos han recibido la orden de cesar "cualquier actividad" violenta y "participar" en el proceso político con "métodos exclusivamente pacíficos". Esta decisión puede forzar a sus rivales de las milicias protestantes a abandonar también la violencia. Pero los grupos armados unionistas deben zanjar antes sus disputas internas, que se han cobrado tres muertes en las últimas semanas.
Los lealistas mantienen los castigos a jóvenes antisociales, con tiros en las rodillas y palizas
El cese de la campaña armada del IRA, anunciado el pasado jueves, implica también el fin de la llamada violencia de baja intensidad: robos, contrabando y demás actos delictivos. Éste es, al menos, el objetivo de la cúpula militar del movimiento republicano irlandés al prohibir a todos sus miembros dedicarse a "otras actividades", según dio a conocer el IRA en el mismo comunicado en el que expresaba su apoyo al proceso político y democrático. "Todos los voluntarios han sido instruidos para que presten su ayuda al desarrollo de programas puramente políticos y democráticos mediante medios exclusivamente pacíficos. Los voluntarios no deben involucrarse en otras actividades", reza el mensaje de despedida a la violencia del IRA.
"Los grupos paramilitares han cesado sus actividades terroristas, pero están involucrados en negocios criminales a diferentes niveles", afirma el superintendente jefe Wesley Winston, responsable en el Servicio de Policía de Irlanda del Norte del área de Belfast y distritos colindantes.
El robo por un monto de 2,8 millones de euros en el Northern Bank de Belfast, el pasado diciembre, es el golpe más importante que las fuerzas de seguridad, los servicios de inteligencia y los Gobiernos de Londres y Dublín atribuyen al IRA.
El asesinato del católico Robert McCartney durante una disputa con miembros del entorno de la banda republicana en un pub de Belfast, semanas después, se encuentra entre los actos que más humillación causaron al partido de Gerry Adams, el Sinn Fein.
El capítulo de criminalidad no se cierra con ambos incidentes. El IRA lleva ocho años sin romper formalmente su tregua, pero, en este tiempo, sus "voluntarios" se han movido hacia un terreno mafioso. De acuerdo con Winston, están involucrados en la distribución de artículos de marca falsificados, de CD y DVD, así como de contrabando de carburante y ganado a ambos lados de la frontera irlandesa, robo de vehículos de lujo, blanqueo de dinero y tráfico de drogas.
En el último año, los militantes radicales republicanos han suspendido los castigos a jóvenes antisociales, con tiros a las rodillas o brazos y palizas, que siguen siendo frecuentes entre las bandas lealistas.
"Todos los grupos paramilitares participan en el crimen organizado. El IRA condena el tráfico de drogas, pero es de todos sabido que están relacionados, quizá no directamente, pero sí indirectamente, en el negocio. Cobran un porcentaje de las ganancias del narcotráfico y pueden así presentarse en sociedad con las manos limpias", afirma Winston en su despacho de la comisaría de Castlereagh, antiguo centro de interrogación de los acusados de terrorismo.
La policía de Belfast no tiene pruebas que sustenten sus sospechas, pero sus investigaciones sirven de base a los informes periódicos de la Comisión Independiente del Control de las treguas y de las demás actividades de los grupos armados norirlandeses. En los dos próximos informes, previstos para los meses de octubre y enero, se evaluará la aplicación sobre el terreno del adiós del IRA a todo tipo de actividades ilegales. Un balance positivo en esta materia podría conducir a la reanudación de las negociaciones políticas para restaurar la autonomía en Irlanda del Norte, suspendida desde octubre de 2002.
"Los paramilitares se autoproclaman guardianes de sus respectivas comunidades, pero después de las treguas y, ahora, con el comunicado del IRA, se han convertido en gánsteres. Ya no pueden excusarse en ningún gran ideal político. Espero que la población les niegue su apoyo y confíen más en la policía. Llevará tiempo y, cuanto más confianza adquieran, acudirán a nosotros con mayor frecuencia", dice con ligero optimismo el superintendente de Belfast.
"La naturaleza de la sociedad ha cambiado dramáticamente con el último anuncio del IRA. Es inequívoco y muy significante. No hay posibilidad de retroceder. Desaparece la amenaza de una fuerza física y, con ello, el territorio a defender", interpreta Dominic Bryan, director del Instituto de Estudios Irlandeses en la Universidad de Queens, en Belfast.
En los próximos meses se verá si los activistas republicanos están realmente dispuestos a ceder el control de las comunidades que mantienen desde hace décadas. "El Sinn Fein tendrá que aceptar participar en las estructuras de la policía norirlandesa. No es el camino lógico, y les acarreará problemas, pero hacia allí se dirige Adams", aventura el profesor.
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