Mejores vibraciones
La amenaza generalizada del terrorismo islámico ha hecho que Blair y Zapatero metan en el cajón sus diferencias. El pragmatismo une mucho, sobre todo en tiempos de crisis. Más cuando se representa a partidos de la misma familia y se repara que existen no pocas coincidencias en materia antiterrorista o en otros de la agenda europea, especialmente en el campo de la cooperación policial y judicial, y en el de la reforma económica de la UE que propugna Londres. El primer ministro británico, que ayer invitó al jefe del Gobierno español a un almuerzo en Downing Street, le ha manifestado un notable interés por la Alianza de Civilizaciones, la iniciativa que el dirigente socialista español expuso en la ONU en septiembre de 2004 para crear un frente común entre los países occidentales y musulmanes, y huir del fatalismo de un choque de civilizaciones.
Blair quiso abordarla directamente sobre el mantel y dijo que tiene suficiente potencial e importancia como para que sea desarrollada en los próximos meses. Esa idea cuenta también con el patrocinio del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que ayer se reunió igualmente con el premier británico, y acaba de recibir públicamente el espaldarazo del secretario general de la ONU. La idea de Zapatero, que en su planteamiento inicial no está exenta de ambigüedades y por ello requiere una mayor definición, es considerada poco seria por el PP. Ayer, Mariano Rajoy no calibró la significación que la iniciativa puede tener más allá de España cuando afirmó, antes de la reunión en Downing Street, que confiaba en que Zapatero no la expusiera a su interlocutor. Resultó exactamente al revés, algo de lo que deberá tomar nota Rajoy.
La guerra de Irak y la estrecha relación de Blair con Aznar dificultaron las relaciones entre los laboristas británicos y los socialistas españoles, y no mejoraron con la llegada de éstos al Gobierno en 2004. Menos aún cuando Zapatero decidió alinearse con el eje franco-alemán. Pero la situación ha cambiado notablemente a raíz de la última crisis de la UE y los atentados de Londres. Ambos líderes coinciden en que la modernización europea pasa por la renovación del modelo social y la potenciación de la Agenda de Lisboa, e igualmente sostienen que el peligro que representa el terrorismo exige igualmente impulsar al máximo la legislación antiterrorista de la Unión, aplicando sin restricciones la euroorden y otorgando más facilidades a la policía en la lucha contra esa amenaza.
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