Una empresa "ficticia"
Manuel Rodríguez de Castro llegó a la Zona Franca de la mano de su principal mentora, la alcaldesa de Cádiz y presidenta del consorcio, Teófila Martínez. Una de sus primeras decisiones fue fundar Rilco, una sociedad que presentó como el instrumento para relanzar las operaciones comerciales de Cádiz con los países del otro lado del Atlántico. De Castro realizó numerosos viajes por Latinoamérica, donde gastó elevadas sumas de dinero en hoteles, comidas, regalos y asesorías que luego no justificó ante el Tribunal de Cuentas, que le embargó por casi 600.000 euros impagados. Cuando trascendieron las primeras irregularidades, se apresuró para que Rilco adjudicara un contrato de 4,2 millones a Miami Free Zone, una empresa "ficticia", según sostiene la Abogacía del Estado, porque no tenía trabajadores ni actividad, y que incumplió numerosos puntos del pliego de condiciones.
Los primeros pagos los firmó Rodríguez de Castro el mismo día que cesó en el cargo y días después. Los últimos los hizo Osuna. "Se lo estaban llevando con maletines y en sus narices, y nadie sabía nada y nadie sabe nada", dijo De Mier.
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