La oposición ecuatoguineana busca un frente común contra Obiang
Demócratas por el Cambio trata de unir a los grupos exiliados
La oposición ecuatoguineana en el exilio recuerda a Rashomon, la película del japonés Akira Kurosawa: se supone que todos han visto lo mismo, pero cada uno cuenta una versión distinta. Hay un objetivo común: acabar con la dictadura de Teodoro Obiang Nguema, pero no parece haber un proyecto único para lograrlo. La plataforma Decam (Demócratas por el Cambio) es el último intento de crear un gran frente contra el régimen.
El proyecto de Decam cuenta ya con varias agrupaciones políticas en el exilio, entre ellas el Partido del Progreso (PP), de Severo Moto, y la Fuerza Demócrata Republicana (FDR), partido de ex dirigentes del régimen ecuatoguineano del clan de Mongomo (el de Obiang), encabezado por Germán Tomo Mayo. El líder de la plataforma, el catedrático de Filología Francesa Justo Bolekia, espera ganar más apoyos para convertirse en una alternativa a Teodoro Obiang, en el poder desde 1979, cuando derrocó y fusiló a su tío Francisco Macías.
Aunque es un paso, a Decam le faltan algunos actores de peso. El principal partido de la oposición, la Convergencia para la Democracia Social (CPDS), no participa. Desde Malabo, su secretario general, Plácido Micó, confirma que "no ha habido contacto alguno con este grupo para formar un frente común". El CPDS admite que tuvo contactos en el pasado con el Movimiento por la Autodeterminación de la Isla de Bioko (MAIB), también en la oposición, pero no desde que esta agrupación sufrió una crisis interna.
Bolekia, el actual líder de Decam e histórico del MAIB, asegura que este grupo está en la plataforma, pero Honorato Mao sostiene que él es el verdadero líder del MAIB, surgido de un reciente proceso de renovación interno impulsado por el propio Bolekia, y que no están ligados a Decam.
El Ministerio de Exteriores español es reacio a hablar sobre su antigua colonia y fuentes de la comunidad ecuatoguineana achacan esa indiferencia a lo ocurrido a finales de abril con Severo Moto. El líder del autoproclamado Gobierno ecuatoguineano en el exilio desapareció durante más de un mes y llegó a barajarse la hipótesis de su asesinato. Moto apareció en Croacia diciendo que había estado a punto de ser víctima de un compló para matarlo e insinuando que los servicios secretos españoles estaban detrás. El Gobierno reaccionó anunciando que estudiaría retirar a Moto su estatuto de refugiado político. En España, de los casi 7.800 ecuatoguineanos que viven legalmente, unos 200 son refugiados, según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado.
A finales de junio, ya como miembro de Decam, Moto participó de una protesta frente a la Embajada de Guinea Ecuatorial en Madrid por el apuñalamiento en Alcorcón de Manuel Moto, hermano del líder de FDR y encargado de las relaciones internacionales del partido. Los miembros de Decam están seguros de que quien agredió a Moto Tomo es un sicario contratado por Malabo. No sólo para lastimar a un activista, sino también porque es el hermano de Germán Tomo Mayo, que antes de convertirse en el líder de FDR fue un empresario próximo a Obiang que terminó huyendo tras un enfrentamiento con Teodorín, el hijo del mandatario y su probable sucesor. El FDR es el partido fundado por Felipe Ondó, ex ministro y presidente del Parlamento de Obiang, condenado en 2002 en un proceso lleno de irregularidades a 20 años de prisión por una supuesta intentona golpista.
La movilización acabó con el asalto y el destrozo de las oficinas de la legación, y la primera secretaria, sobrina de Obiang, resultó herida. De los 40 participantes en la protesta, ocho fueron detenidos. Moto y Bolekia atribuyeron los desmanes a un grupo de "opositores jóvenes e impacientes". Aunque Decam se desmarcó, quedó manchada ante el Gobierno español. "No lo entiendo", dice Moto, "Decam es lo mejor que nos ha pasado desde 1995, cuando la oposición democrática participó en unas elecciones municipales obteniendo un magnífico resultado".
"El Gobierno español no debería irritarse con ninguno de los movimientos de oposición al régimen dictatorial de Obiang, ya que es la propia indiferencia de Madrid la que genera la proliferación de distintos grupos y la que alimenta la incertidumbre y el descontento", dice Mao. Bolekia cree que el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero debería tomar cartas en el asunto: "Obiang es el mayor brujo del país, y un Estado donde la superstición está tan extendida que hace falta un golpe de efecto para demostrar que el presidente es vulnerable, que es humano. Sólo así lograremos echar a Obiang, y no mediante un golpe de Estado".
Sin apoyo español
Aparte de la negativa del partido de Plácido Micó y la confusión con el MAIB, la nueva agrupación de oposición a Obiang en el exilio tiene otro problema: no cuenta con el respaldo explícito del Gobierno español. Fuentes del Ministerio de Exteriores aseguran que "no han tenido contactos oficiales con ningún miembro de Decam", a pesar de que la plataforma existe desde hace casi un año. Bolekia dice que el Ejecutivo "ni los ignora ni los apoya". (...) Ellos saben que nos gustaría tener el respaldo oficial de España, pero en el ministerio parece que les basta con dar su apoyo al CPDS de Plácido Micó, tal vez porque pertenecen a la Internacional Socialista y los demás no".
Decam nace, sobre todo, como respuesta al escándalo de la Banca Riggs, que fue lo que colmó la paciencia de los ecuatoguineanos. La banca estadounidense Riggs manejó depósitos y préstamos del régimen de Guinea Ecuatorial valorados en casi 800 millones de dólares. El país africano fue el mayor cliente individual de esta entidad hasta que sus cuentas fueron cerradas en los últimos meses.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.